3º Acto
HABITACIÓN
HOSTAL. BAÑO.
Jose
se despierta en la bañera, cubierto con la colcha de la cama.
Entra
en el dormitorio con cuidado, Pita aún duerme en la cama. Jose busca entre la
ropa del suelo hasta encontrar las bragas de la chica. Se las guarda.
…
Pita
despierta, se despereza.
“¿Jose?
¿Jose?”
Se
levanta, con pudor, tapada con su camisón y las sábanas.
“¿Jose?
¿Jose?”
Ve
la colcha recogida y doblada sobre una silla.
PARQUE
Jose entra
en el parque, ve a lo lejos a Carlitos, en un columpio. Jose camina entre los
setos, pisa el césped sin apartar su mirada de Carlitos, hasta detenerse frente
a él.
Ambos se
muestran nerviosos, distantes. Jose saca las bragas del bolsillo, las deja
sobre el regazo de Carlitos. Éste las mira, y Jose queda ante él, de pie, con
la mano abierta. A la espera del pago. Carlitos busca algo en su bolsillo. Pero
lo que saca es el móvil. Lo abre y lo muestra a Jose. En la pantalla del móvil
se ve parte de una conversación por Whatsapp con Pita:
‘…ni me tocó. Este tío
es maricón. fijo.’
Jose
resopla, es evidente que le han pillado. Carlitos enfurece. Jose no puede
soportarlo más.
“¡Pero
bueno, Carlitos! ¿Tú que coño crees que va a pasar si la contagio? ¿Eh? ¿Te
crees que… que… que le va a explotar la cabeza o algo así? Espabila tío, que
con el Sida hoy en día te mueres de viejo. ¡Coño, mírame a mí! ¡Estoy de puta
madre!”
“¡Me
importa una señora polla! ¡A mí eso me suda los cojones!”
“¡Que aún
eres un crío, Carlos! ¿Te enteras? ¡Un puto crío! ¡Que en dos años ni te
acordarás de la guarra esa!”
“¡Me suda
la polla!”
“¡Joder!
¡Que te dejes de tanta polla y pienses! ¡Usa el melón ese que tienes de
cabeza!”
“Mira, lo
que quiero es que esa tía se pase el resto de su puta vida sintiéndose como una
leprosa, dándose asco a sí misma, ¿te enteras? Quiero que cuando esa puta se
enamore y se case, su marido la toque siempre con miedo, ¿entiendes? Quiero que
se odie a si misma por no poder darle un hijo. Y si se queda preñada, quiero
que se sienta como una mierda cada vez que mire a su hijo, porque sabrá que le
espera la misma vida de mierda que tiene ella. Eso es lo que quiero.”
Jose
escucha con atención las palabras de Carlitos. Las escucha en silencio. Da unos
pasos alrededor del columpio, mientras medita una respuesta.
“Mañana lo
haremos, ¿vale? Mañana”
“¿Mañana?”
Jose
asiente.
“Mañana es
perfecto.”
CHALET PITA
Jose y
Carlitos caminan por una urbanización de chalets. Llevan un regalo envuelto de
forma chapucera. Se detienen ante un chalet con la fachada y la valla llena de
globos y serpentinas. Les abre la puerta una señora cargada de vasos y platos
vacíos con un gran parecido a Pita. Saluda a Carlitos.
“¡Hola,
Carlitos!”
“Buenas
tardes, Carmen. ¿Qué tal, mucho lío?”
“¡Uf! ¡Que
hartita me tienen!”
Le dan dos
besos.
“Pasad,
pasad.”
La casa
está abarrotada de gente y de ruido. Jose y Carlitos intentan avanzar por la
casa, entre la marabunta de invitados. La mayoría son gitanos.
“Perdón…
Disculpe… Disculpe…”
Uno de
ellos se queda mirando a Jose. De pronto le da un gran abrazo.
“¡Que pasa,
loco! ¿Vienes a meterle cuello a mi hermana o qué?”
Jose se
sorprende al ver ante sí a Samuel.
“¡Hostia!
¡Qué tal, tío!”
“¡Uf!
¡Estoy to mamao, compare! ¡Ja, ja! En el patio están la Pita y la Pikachu.
Acércate.”
“Venga,
tío. Luego nos vemos.”
Continúan
su camino, Carlitos va saludando a casi todo el mundo y se va quedando a tras.
…
Salen al
jardín. Pita está rodeada de gente que la felicita y le da besos. Jose camina
hacia ella, pero Goku se interpone en su camino.
“Eh, eh,
eh… Ya te estás canteando demasiado, chavalote.”
“¿Qué? ¿Qué
dices?”
Goku se
muestra agresivo, le coge con fuerza de la nuca y acerca su rostro al suyo.
“A ver, a
ver… pagaste por una noche, ¿te enteras? Otros doscientos pavos o ya te estás
pirando.”
“¿No
tuviste bastante con la que te dio el maricón? ¿Quieres que te parta la cara un
tío de verdad?”
Goku suelta
una risita chulesca.
“La vamos a
tener, abuelete, y te tengo ganas. Te tengo muchas ganas.”
Jose le
aparta y sigue su camino. Ve que Carlitos se ha detenido con otro grupo de
gente, así que aprovecha y corre hasta Pita. Ella está hablando con algunas
amigas, pero Jose se abalanza sobre ella de forma escandalosa para darle dos
besos.
“¡Feliz
cumple, viejuna!”
Pita le mira
con mala cara.
“Gracias…”
“Ven, dime
donde te dejo el regalo, que vas a flipar, es la hostia. Venga, ven.”
La coge de
la mano y la arrastra lejos de las otras chicas. Pita se zafa rápido.
“El regalo
mejor lo abro ahora, así te puedes largar pronto y dejarme tirada.”
“Oye,
tenemos que hablar, Pita…”
“Pues sí,
majo. Sobre todo tú.”
“No, no. En
serio…”
Carlitos
les alcanza, saluda a Pita
“¡Hola,
cumpleañera!”
Se dan dos
besos. Los tres quedan en silencio, incómodos, sin saber que decir. Jose rompe
el hielo preguntando a Pita.
“¿Quieres
una copa o…?”
“Una
cerveza, por favor.”
“Carlitos,
¿Puedes traerle una cerveza, por favor?”
Carlitos
queda contrariado.
“Sí, sí…
Claro…”
Esperan a
que Carlitos se aleje. Jose habla con firmeza.
“Tienes que
alejarte de Carlitos. Pero ya. Para siempre.”
Ella le
mira burlona.
“¿Ahora te
vas a poner en plan celoso?”
“No, no es
eso. No tiene nada que ver…”
“Somos
amigos de toda la vida, Jose. No te ralles.”
Jose ve que
Carlitos está hablando con Gus, éste le pasa una bolsita con pastillas. Pita
continúa intentando entender a Jose.
“Joder,
tío, yo quería estar contigo porque estaba harta de críos… ¡pero es que tú eres
más niño que…!”
“Que no,
Pita, que no. Que aquí lo importante es que no vuelvas a ver a Carlitos.”
“¿Pero por
qué? ¿Cuál es el problema?”
Jose hace
amago de replicar algo cuando aparece Carlitos con las bebidas.
“Una
cervecita para la cumpleañera, y a ti… a ti no sabía que traerte, perdona.”
Jose ignora
a Carlitos, dice a Pita.
“Por Dios…
¿¡Podemos hablar en algún sitio donde no nos den el puto coñazo!?”
A Carlitos
y Pita les coge desprevenidos la rudeza de Jose. La chica responde.
“Vale,
vale…”
…
Entran en
la casa los dos solos. Pita aparta unas sillas que impiden el paso a la primera
planta y sube seguida de Jose. Se encierran en el cuarto de la chica.
“Jose,
ahora en serio, no entiendo un carajo de lo que dices, ¿vale? y me estás
poniendo nerviosa.”
“Confía en
mí, hazme caso, tú no vuelvas a acercarte a Carlitos. Júramelo.”
“¡Pero,
¿por qué?!”
“Pita, eres
un encanto de niña, pero eres muy confiada… Demasiado.”
Pita camina
por la habitación, exasperada. Apura su cerveza de un trago. Jose se sienta en
la cama.
“Ven,
siéntate conmigo.”
“¡No, Jose,
no quiero sentarme! ¡Estoy cabreada, ¿vale?!”
“Vale,
vale, pero siéntate.”
“¡Ayer me
dijiste que me querías, que te morías por estar conmigo y ahora…! Ahora…”
Pita se
siente mareada. Intenta acercarse a la cama, pero da un traspiés. Jose la coge
en el aire.
“Hey, hey…
cuidado.”
“M-me…
m-mareo… estoy fatal…”
“Túmbate,
túmbate, tranquila…”
“Jose,
llama a mi madre, por favor.”
Jose no se
mueve.
“No pasa
nada, descansa.”
“Pero llama
a mi madre. Ve, por favor.”
“Tú duerme.
Duerme.”
“J-Jose…
q-que estoy muy mal… muy mal… No sé que me pasa… Jose…”
Pita ve que
Jose no se mueve del sitio. Se desespera. Los párpados se le caen. Cierra los
ojos.
“¿Pita?
¿Pita?”
Ella no
reacciona. Jose va a la puerta del cuarto y la abre. Carlitos está esperando en
el pasillo. El chico se asegura de que fuera no hay nadie mirando y entra en el
cuarto. Carlitos va hacia Pita, le sujeta la cara con las manos, la analiza con
cuidado. Le cruza la cara de un tortazo. Jose le detiene.
“¡Eh, eh!
¿Qué cojones haces?”
“¡Asegurarme,
coño!”
Jose le da
el vaso vacío de cerveza de Pita.
“Ve y
límpialo a conciencia. Y vigila fuera, que no entre ni Dios.”
“¿Qué
dices? Yo me quedo.”
“¿Cómo que
te quedas?”
“Que no me
fío de ti, que no me fío.”
“¿Tú estás
tonto? ¿Y si sube alguien?”
“¡Si están
las sillas!”
“¿¡Las
sillas?! ¡Las sillas las quitas con la punta del nabo!”
“Que no me
vengas con gilipolleces. Cuanto antes te la folles antes nos vamos.”
Jose queda
pensativo, no sabe que más decir.
“¿Y el vaso
qué?”
“¡Déjate de
vasos y dale ya, joder!”
Jose no
sabe que hacer, permanece nervioso, alterado.
“¡Pues si
no limpias tú el puto vaso lo tendré que limpiar yo!”
“¿¡Quieres
dejar ya la mierda el vaso!?”
Jose se
dirige a la puerta.
“Yo limpio
el vaso, yo echo el polvo… ¡Yo todo, yo todo!
“¡Jose!
¡Jose, coño!”
Sale del
cuarto, con cuidado de que nadie le vea. Entra en el baño y frota el vaso con
el jabón de manos. Con rabia.
“Joder,
joder… mierda, mierda…”
Regresa
al dormitorio. Entra rápido, y sin hacer ruido. Dentro las luces están
apagadas, las persianas bajadas. Jose intuye formas extrañas en la oscuridad.
“¿Carlitos?
¿Carlitos?”
“Espera,
espera, tío.”
Jose
palpa la pared, en busca de un interruptor.
“¿Qué
pasa?”
“Un
momento, un momento…”
Solo
encuentra una lamparita pequeña, la enciende, medio cuarto continúa en
tinieblas.
Carlitos
se sube los pantalones y se los abrocha a toda velocidad. Pita está boca abajo,
con la falda subida hasta taparle la cabeza. Carlitos le riñe.
“Tío,
un poquito de intimidad.”
Jose
queda perplejo, con los ojos desencajados.
“Pero…
¿que coño…? ¿qué… qué coño haces, tío?”
Carlitos
sonríe.
“Joder,
donde cabe una polla caben dos.”
La
mirada de Jose se pasea de Carlitos a Pita, su rostro palidece.
“Dios…
Dios…”
Los
ojos se le llenan de lágrimas.
“Dios…
Dios… no es verdad, mierda, dime que no es verdad…”
“Eh,
eh, tranqui, coño, que ésta no se entera de nada.”
“No
era el puto plan, Carlitos. ¡No era el puto plan, joder! ¿¡TÚ SABES LO QUE HAS
HECHO, CAPULLO DE MIERDA?!”
Carlitos
le hace señas para que baje la voz.
“Shhh…
A ver, a ver, me estás agobiando ya, tío. Que después le damos un laxante, un
diurético y las pruebas al retre…”
Jose
le embiste. Lo estrella contra un mueble.
“Jose,
Jose, que nos van a oír, Jose, que nos van a oír…”
Jose
está fuera de sí.
“¡Hijo
de puta...! ¡¡¡HIJO DE PUTA!!!”
“Para,
para, por Dios, que nos oyen…”
Jose
le enseña los dientes, Carlitos queda aterrado al mirarle a la cara. Intenta
inmovilizarlo, tranquilizarlo. Él es mucho más grande que Jose, pero no puede
detenerlo. Necesita aplastarlo con todo su peso para controlarlo un poco y le
tapa la boca.
“Jose,
tío, que nos matan. Por Dios, que nos matan, coño. Oye, lo dejamos, ¿vale? Te
juro por Dios que nos vamos ahora mismo, pero estate quieto, por Dios, por lo
que más quieras.”
Jose
reacciona a las palabras de Carlitos, recupera la calma. Este continúa
hablándole.
“Vale,
vale, muy bien… Recogemos y… y nos vamos. Aquí no ha pasado nada. A-aquí no ha
pasado na…”
La
puerta empieza a abrirse.
Carlitos
corre y se incorpora de un salto, para simular normalidad. Entra un niño
pequeño, de apenas 4 años. Observa extrañado a los tres desde el marco de la
puerta, intenta entender lo que ocurre. Carlitos reacciona con rapidez.
“Eh,
chavalote. ¿Qué pasa chulo?”
El
niño queda asustado.
“¿T-tita
Lupe?”
“Shhh…
Íbamos a darle su regalo a tu tita, y se ha quedado dormida. No hagas ruido.”
“¿Tita?”
“Eh,
colega, si cierras la puerta sin hacer ruido y vienes conmigo te enseño la
consola que le hemos comprado.”
La
cara del niño resplandece, Jose vuelve a preocuparse.
“¿Te
gustan las consolas?”
El
niño asiente entusiasmado.
“Venga,
ven conmigo muy despacito y…”
Jose
se lanza sobre Carlitos. Grita al niño.
“¡Llama
a tu padre! ¡Llama a tu padre!”
“¡Jose!
¿¡Qué mierda haces?! ¿¡JOSE?!”
Carlitos
intenta tapar la boca a Jose. Éste atrapa uno de sus dedos con los dientes.
Aprieta. Carlitos grita, el niño corre.
“¡Suelta!
¡Suelta, tarado de mierda, suelta!”
Forcejean,
los dientes se hunden más en el dedo de Carlitos. La sangre cae por la barbilla
de Jose, Carlitos chilla histérico, las mandíbulas presionan con más fuerza, el
hueso cruje, Carlitos llora histérico, grita.
“¡SUELTA,
SUELTA PUTO CABRÓN, SUELTA!”
Carlitos
da un codazo en la cara a Jose. Una vez. Otra. Grita y golpea sin parar. Jose
suelta el dedo, cae al suelo semiinconsciente. Carlitos corre tras el niño.
Jose le persigue, tambaleándose.
Carlitos
salta los escalones, atrapa al niño en mitad de las escaleras.
“Espera,
espera, chaval. Tranquilo, tranquilo.”
El
niño grita, Carlitos le tapa la boca.
“Calla.
¡Calla, joder!”
Jose
salta sobre Carlitos. La boca le sangra. Intenta morderle el cuello.
“¡NO,
JOSE! ¡JOSE, JODER!”
El
niño forcejea, histérico, se le escurre a Carlitos de entre los dedos. El niño
cae por las escaleras.
Carlitos
cae de cara contra los escalones, con la herida del cuello sangrando. Jose se
coloca sobre él, le inmoviliza los brazos con sus piernas. Las encías y los
dientes de Jose chorrean sangre, el líquido gotea sobre el pecho de Carlitos.
“¡NO!
¡NO!”
Jose
se acerca su rostro sangrante al de Carlitos. Éste chilla histérico
“¡NOOOOO!
¡NOOOOO!”
Samuel
los separa, coge a Jose y lo arroja lejos de Carlitos.
“¡¿Pero
que mierda pasa aquí? ¿Qué carajo hacéis?!”
El
pasillo se llena de gente, aparecen por todas partes, alarmados por el llanto
del pequeño. Jose intenta levantarse, pero las piernas le fallan. Una cascada
de sangre le cae de la nariz, le hace toser cada vez que lucha por respirar.
Algunos ayudan a Samuel a separarlos.
“Mare
mía… ¿Estáis majaras o qué?”
“Pero
que estamos de celebración, cojones. A matarse cada uno a su casa.”
Carlitos
los observa a todos, tiene los ojos abiertos de par en par. Señala a Jose.
“Ese…
ese hijo puta… tenía a Pita ahí arriba… la ha drogado…”
La
gente mira a Jose, sin entender. Son tantos que algunos se amontonan ante la
puerta de entrada. Jose intenta dirigirse hacia la salida, pero sigue mareado.
Logra incorporarse sujetándose a uno de los muebles.
Samuel
sube las escaleras seguido de alguno de sus primos. Se acercan al dormitorio de
Pita. Los primeros en llegar maldicen, miran el interior del dormitorio con los
ojos abiertos. Samuel no deja entrar a los que vienen detrás. Una de las chicas
entra corriendo en la habitación.
“¡Prima!
¡Prima!”
Cada
vez hay más gente, cada vez le entorpecen más el paso a Jose, interponiéndose
entre él y la salida. Él apenas puede mantenerse en pie. Jadea por el esfuerzo,
no sabe que hacer, no sabe como reaccionar ante una situación así. Más de una
docena de gitanos le rodean.
Carlitos
sigue gritándole.
“¡Loco!
¡Enfermo de mierda!”
Samuel
corre escaleras abajo:
“¡HIJO
DE PUTA! ¡HIJO DE PUTA!”
Uno
de sus primos corre tras él, le inmoviliza.
“¡No,
primo, no! ¡Ya está! ¡No te vuelvas loco!”
Samuel
forcejea con él.
“¡¿PERO
TÚ HAS VISTO A MI HERMANA?! ¡¿NO TIENES SANGRE, COJONES?!”
Jose
logra apartar a los invitados, casi ha llegado a la puerta. Solo se interpone
una última persona entre él y la salida. Y no se aparta.
Jose
alza la vista. Esa persona es Goku.
El
chico le estampa un puñetazo en la cara. Jose se desploma, sin fuerzas. Samuel
le jalea.
“¡REVENTÁ
A HOSTIAS A ESE HIJOPUTA! ¡COGEDLO AHÍ! ¡COGEDLO AHÍ DE UNA PUTA VEZ!”
Varios
invitados se abalanzan sobre Jose, exaltados por el comportamiento de Goku y de
Samuel. Lo levantan entre varios. Goku se acerca para propinarle otro puñetazo.
Pero Jose le escupe en la cara. Una flema de sangre.
Carlitos
da un respingo del susto.
“¡LÁVATE
LA CARA! ¡CORRE! ¡LÁVATE LA CARA!”
Goku
le mira extrañado, como si estuviera loco.
“¡TIENE
SIDA! ¡TIENE SIDA!”
Sus
captores permanecen confundidos, se miran entre ellos.
“¡LÁVATE
LA BOCA, JODER! ¡QUE TIENE SIDA! ¡QUE TIENE SIDA!”
Goku
da un respingo, se limpia la cara con la manga, se mete los dedos para
provocarse el vómito. Los captores ven sus ropas y sus manos pringadas con la
sangre de Jose. Le sueltan y se alejan asustados. Jose se hace camino a
empujones. Abre la puerta. Pero Samuel le atrapa, le inmoviliza por la espalda.
Todos los invitados se arrojan sobre él. Jose atraviesa una mesa de cristal de
un codazo, saca la mano ensangrentada y la pasa por la cara de Samuel. Éste
chilla, cae al suelo. Jose empapa con su sangre a otro de los gitanos.
“¡FUERA!
¡FUERA TODO EL MUNDO!”
Le
sueltan. Pero siguen rodeándole. Jose coge un gran trozo de cristal del suelo,
les amenaza con él, pero no se alejan de la puerta. Jose grita, se hace cortes
en su brazo sano. La sangre sale a borbotones. Todos entran en pánico, se oyen
gritos. Jose se abalanza contra los que le impiden el paso a la puerta
principal mientras se hunde el cristal en el cuello. Mientras se apuñala la
garganta. Los invitados quedan tan impactados que retroceden. Jose aprovecha
para escapar de la casa, corre frenético, huye, con una catarata de sangre
encharcando la calle.
“¡COGED
LOS COCHES! ¡ID POR LOS COCHES, COJONES!”
…
CALLE.
NOCHE
Varios
coches se detienen junto a una farola. Samuel conduce uno de ellos.
“¡Eh,
aquí! ¡Aquí hay sangre!”
“¡Al
cercanías! ¡Venga!”
Los
coches se alejan. En la esquina contraria, en la misma calle, un taxi aparca.
Jose sale de entre unos matorrales, corre hacia el taxi mientras le enseña su
móvil.
“¡Yo
le he llamado! ¡Yo le he llamado!”
Se
arroja dentro. El taxista queda pálido al verle.
“Pero
muchacho… ¿Qué te han hecho?”
“Al
hospital, al hospital. Al Reina Sofía.”
“El
de San Franciso de Asís está aquí al lado.”
“Por
eso, por eso no puedo ir.”
El
taxista arranca.
“Aguanta,
muchacho. Aguanta.”
Jose
se escurre en el asiento, hasta que no le pueden ver por las ventanillas.
CASA PITA
La
casa está hecha un caos. Hay gitanos armados sentados por todas partes.
Samuel
y algunos de sus primos interrogan a Carlitos.
“¿Una
dirección?…”
Carlitos
niega con la cabeza. Asustado.
“…¿¡Ni
dónde trabaja!?…”
Carlitos
vuelve a negar.
“¡Joder,
chacho!”
“¡Vale,
el móvil! ¡Su número de móvil! Ese fijo que lo tienes.”
“Eso
sí. Pero es de tarjeta…”
Samuel
pega un puñetazo a una mesa.
“¡MIERDA!”
EPÍLOGO
Jose
se despierta en el hospital, cubierto de vendas. Jessy está a su lado, con los
ojos llenos de lágrimas.
…
Carlitos
acompaña a Gus y Goku a los salones recreativos. Mientras éstos juegan y ríen
mientras él se dedica a buscar monedas en el hueco de las vueltas de las
recreativas.
…
Jose
sale de su cuarto cargado de maletas. Aún está cubierto de moratones y de
vendas. Jessica y su hermano se despiden de él con desgana. Jose se marcha sin
ser capaz de mirar a la cara a su exnovia.
La
chica se desmorona cuando Jose cierra la puerta. Se encierra en su cuarto.
Mientras llora, descubre que Jose ha dejado un sobre en la almohada con su
nombre. Dentro encuentra varios billetes de cien euros.
Y
el papel con los resultados de las pruebas del VIH. La chica se lleva una mano
a la cara mientras su rostro palidece.
…
En
el bar, Carlitos ve como un grupo de veinteañeros se levanta de una de las
mesas para marcharse. El chico vierte los restos de sus copas vacías en un solo
vaso al que da un buen trago. En el otro extremo del bar está Pita. La chica
observa desde su silla como baila y se divierte el resto de sus amigos, ajena
al comportamiento de Carlitos, que la mira fijamente.
…
Jose
conduce con el coche atestado de maletas y cachibaches. Las vendas le impiden
maniobrar con comodidad. Aparca frente a su asociación de enfermos de VIH.
Julián le ve desde la entrada y se acerca al coche a saludarle.
…
Carlitos
se acerca a la máquina expendedora de billetes de metro. Mira a su alrededor,
para asegurarse que nadie le ve. Mete el alambre en la ranura de las monedas.
Lo mueve con cuidado mientras introduce la mano que le queda libre en la
bandeja de recogida de los billetes.
“¡AAAHU!”
Carlitos
saca la mano, tiene sangre. Se agacha para mirar dentro de la bandeja. Está
llena de jeringuillas usadas.
Entre
las hipodérmicas hay un papel. Carlitos saca la nota con cuidado:
‘Acabo de ahorrarte diez mil euros.’
A
Carlitos le fallan las piernas. Cae. Su respiración se vuelve entrecortada y
violenta. Llora histérico, grita, golpea el suelo con los puños.
Algunos
usuarios le dedican una mirada rápida, otros murmuran. La mayoría se limita a
pasar de largo.
FIN
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