lunes, 10 de noviembre de 2014

ESCUPIRÉ SOBRE TU TUMBA - Capítulo 5

LOCALIA.
Jose, la realizadora y el productor hablan en un despacho. El productor está contrariado, dice a Jose.
“Pero… vamos a ver, Jose… ¿Pero cómo que te vas?”
“Pues que… que me han surgido cosas…”
“Ah, y te han surgido así, de repente.”
“Bueno, siento no haber podido avisar antes, de verdad…”
La realizadora es la más molesta.
“¿¡Pero tú te crees que te puedes largar de tu trabajo de un día para otro!? ¿¡Que chasqueamos los dedos y tenemos otro cámara!?”
“Mira, lo siento mucho, pero son las desventajas de tenerme sin contrato…”
“¡Ja! ¡Ya estamos! Que toda la llorina es por la tontería del contrato…”
“¿Tontería? ¡¿Cómo tontería?! ¡Que llevo aquí currando cuatro años y no tengo ni paro!”
“Mira, Jose, cuando te contraté estabas tan desesperado que hasta me abrazaste, ¡me abrazaste!”
Jose se levanta.
“Bueno, que yo no tengo más que decir. Que conste que me quería ir de buenas, ¿eh? Que conste. Me voy a despedir de Marta y los demás.”
Jose se aleja, la realizadora continúa gritando.
“¡Qué no se te ocurra poner en el currículum que has trabajado aquí! ¿Me has oído bien? ¡A ver si encuentras otro sitio que pille a un cámara sin experiencia! ¡Muerto de hambre!…”
Jose sale del despacho, camina por el pasillo dándole la espalda.
“…¡Nos vemos en un par de meses! ¿Te enteras? ¡Te doy dos meses!”

BAR
     Jose y Carlitos juegan a los dardos mientras observan a Pita y a Goku.
ENTRADA INSTITUTO
     Jose y Carlitos continúan con la vigilancia, siguen a Pita y a Goku mientras estos hablan con otros compañeros del instituto.
PARQUE
Goku y Pita se meten mano. Jose y Carlitos comen pipas en un banco cercano.
Un chico y una chica se acercan a saludar a Carlitos. Este se levanta de un salto.
“¡Ese Gusssssssilúuuu!”
“¡Ese Carrrrrlitiño!”
Se saludan lanzando unos golpes de boxeo al aire.  Jose se acerca a la chica mientras los señala.
“Bueno, como tengamos que esperar a que estos nos presenten…”
“¡Ya ves! ¡Ja, ja! ¡Qué lol!”
“Soy Jose, encantado.”
“Yo Pikachu.”
Jose mira a la chica con más atención: extremadamente rubia, con carita de niña buena y mejillas sonrosadas. Igualita a Pikachu. Se dan dos besos.

TIENDA
Jose y Carlitos están en la cola del mostrador de una tienda. Las paredes están llenas de carteles anunciando las rebajas de enero. Carlitos dice a Jose por lo bajini.
“Oye, pero esto tiene pinta de ir para largo, y… y yo es que solo tengo lo que tengo. No puedo darte más.”
“Que sí, que sí, que lo sé. No pasa nada.”
Carlitos da sus bolsas a la chica que atiende.
“Si, perdona, que vengo a devolver estos regalos de reyes.”
“¿El ticket, por favor?”
Carlitos se lo entrega. La chica del mostrador entrega varios billetes a Carlitos mientras Jose le comenta.
“A ver, Goku va de guay, pero es un capullo. Y Pita no lo ve porque… porque está enchochada, y ya está.”
Carlitos agradece con un gesto a la dependienta. Jose continúa hablando.
 “En cuanto se dé cuenta… Puerta. Así de fácil.”
Carlitos coge una cesta de la compra y echa en ella algunos productos de la tienda.
“Tampoco estaría de más que fueses un poquito al gimnasio…”
“¡Anda ya, gimnasio! ¿Tú no has visto que las tías buenas siempre están con tíos feos? Lo que cuenta es… la actitud. Ser un ‘echao pa lante’.”
“Si, si… Y el money, money, también…”
Carlitos vuelve a colocarse en la cola de caja de la tienda con su cesta repleta. Jose continúa:
“Primero: Yo me hago amigo de sus amigos, que le coman la oreja: ‘Ay, que buena gente es Jose’, ‘Ay, Jose es la polla’, ‘Jose patatim’, ‘Jose patatam’…”
La chica del mostrador comienza a pasar la compra por la caja. Interrumpe a Jose para decir a Carlitos:
 “Disculpe, pero… ¿estos no son los mismos productos que me acaba de devolver?”
Carlitos saca los billetes que la chica le dio antes.
“Se equivoca. Son los mismos productos que le acabo de devolver…”
Le entrega la mitad de los billetes.
“…a mitad de precio.”
La chica y Jose quedan boquiabiertos, incapaces de creer que exista alguien tan tacaño como para hacer eso. Ella se limita a coger el dinero y cobrar.

PARQUE. BOTELLÓN.
El parque está lleno de adolescentes, divididos en pequeños grupos. Carlitos choca la mano con algunos de los chicos y saluda con dos besos a varias chicas. Señala un porro que va pasando de mano en mano.
“Que rule, que rule.”
Le ofrecen el porro y da dos caladas rápidas.
“¡Esto es crema, chavales!”
Carlitos y Jose colocan las bebidas y la comida en un banco vacío. Goku llega en moto, aparca junto a ellos. Carlitos le mira asombrado.
“¡Hostia! ¿Te ha dejado la moto tu abuelo?”
“¡Que coño! Le han cambiado la medicación y ya está planchando oreja.”
“¡Ja, ja! ¡Que hijoputa!”
Jose le pregunta extrañado.
“¿Y Pita?”
“¿Pita? Pues va a tardar, viene a pata.”
“No, no. Que por qué no ha venido en la moto.”
Goku se encoge de hombros.
“¡Pues porque ella no tiene moto!”
Goku suelta una gran carcajada mientras se hecha hielos en un vaso de plástico.
El siguiente en llegar es Gus, saluda a Jose con sus movimientos de boxeo. Éste aprovecha para aconsejarle que también debe mover los tobillos y las caderas a la hora atacar, así utiliza todo el peso del cuerpo en los golpes.
A Goku le extraña la familiaridad con la que se saludan.
Después aparece Pikachu. Jose le ofrece algo de comer:
“Que va, gracias, vengo cenada de casa.”
Él insiste y la chica mete la mano en el bote de Pringuels. Pero no saca una patata, sino un llavero de Pikachu. La chica da palmaditas llena de alegría y abraza a Jose.
“¡Iiihhh! ¡Gracias, es super-superLol!”
“Si venía de regalo con los gusanitos, ya ves…”
Carlitos y Gus están tirados en un banco. Gus ya está tan borracho que no puede ni mantener los ojos abiertos. Jose se acerca y ríe al verle.
“Gus, colega, ¡pero que careto me traes!”
“¡Uuuf! Voy más cebado…”
“¡Ja, ja!”
“Eso se… se arregla con un copita… Ponme la última.”
Carlitos se mete en la conversación.
“¿Tú estás loco, tío? ¿Tú has visto el pedal que llevas?”
“Venga, va… Enróllate…”
Jose duda un instante.
“¡La última! ¿eh? Y cerramos.”
“Vale, vale… la ‘pen-última’. Je, je…”
Jose deja de hacer caso a Gus: acaba de llegar Pita.
La chica viene seguida de un pequeño bulldog francés. Pikachu lanza un gritito de alegría al ver al animal. Goku saluda a Pita con un beso en los labios, le cede su copa y va servirse otra.
Jose observa a la chica. Nervioso, expectante. Susurra a Carlitos.
“Venga, preséntamela, tío.”
“Eh, tranquilo. Deja que Pikachu le hable bien de ti, del chico nuevo y misterioso… Hay que hacerse el interesante, hombre.”
Gus ve que Goku se sirve una copa.
“¡Goku, Goku! ¡Ps! Anda, ponme la penúltima. Jeje…”
“¿Quieres la penúltima? ¡Toma penúltima!”
Goku le coge la cabeza y la coloca en su entrepierna mientras imita el sonido de una felación.
“¡Toma copazo! ¡Shhhuuup! Está bien cargadita, ¿eh? ¡Shhhuuup!”
Gus no tiene fuerzas para defenderse, Goku lo mueve como un pelele. Jose y Carlitos ni siquiera se dignan a mirar el espectáculo. Goku dice a Carlitos.
“Tú tranquilo, chaval, que hay para todos.”
Suelta la cabeza de Gus y la sustituye por la de Carlitos.
“¡Esta noche barra libre! ¡Shhhuuup! ¡Toma etiqueta negra, chaval!”
“Sí, sí. Vale, Goku. La hostia de cachondo, sí.”
Goku lanza una mirada a Jose.
“¡Eh! Que no te hemos dado la bienvenida al grupo ¡Únete a la fiesta!”
Le coge la cabeza y deja la de Carlitos. Goku grita como si tuviera un gran orgasmo, es mucho más escandaloso que con Carlitos y Gus.
“¡Shhhhhuuuup! ¡Joder, cabrón! ¡Shhhhhuuuup! ¡Se nota que no es tu primera polla!”
Jose ve que las dos chicas les miran y cuchichean entre risas.
“¡Shhhhhhhuuuuuup! ¡Que vicio tienes, cabrón! ¡Shhhhhuuuup! ¡Deja un poco para Pita, egoísta!”
Jose no aguanta más: Le mete un mordisco en los huevos.
Goku da un salto mientras Carlitos se descojona de risa.
“¡¿PERO QUÉ HACES, LOCO DE MIERDA?!”
“Venga, ¿no tenías tantas ganas? Ven aquí, machote, que te voy a dar lo tuyo, ven.”
“¡Tú estás loco! ¡Tú estás fatal de la puta cabeza, cabrón!”
Jose le lanza una mirada socarrona.
“Calientapollas…”
Carlitos vuelve a estallar en carcajadas. Goku se lanza contra Jose, furioso, se encara con Jose. Éste retrocede, asustado.
“¡¿Qué mierda has dicho?! ¡Repítelo, repítelo si tienes huevos! ¡Dímelo a la cara si tienes huevos, maricón!”
Jose ve que Goku tiene una mano dentro del bolsillo de su chaqueta. Intenta fingir templanza, pero se nota que la actitud de Goku le intimida.
Una voz suena tras ellos.
“Como te gusta hacerte el chulito delante de las niñas, ¿eh, Goku?”
Goku se gira y le grita.
“¡TÚ NO TE METAS DONDE NO TE LLAMAN, GILIPO…!”
Pero deja la frase a la mitad al ver que es Samuel quien le habla.
“El que no pinta nada aquí eres tú, chacho. Ya te estás pirando. ¡Pero ya! ¡Puerta!”
Goku se traga su rabia de mala gana y agacha la cabeza. Recoge sus cosas y se monta en la moto. Pita corre a detenerle.
“¡Goku! ¡Espera, tío! ¡Goku!”
El chico arranca y se marcha, sin hacerle ningún caso. Samuel coge del brazo a su hermano.
“¡Me duele la boca de decirte que no te quiero ver con el carajote ese, Lupe! Tira pa casa.”
“¡Me iré a casa cuando me salga del coño!”
“Pues tu coño está dando la hora ahora mismo. Venga, arreando.”
“Chulo de mierda… capullo… subnormal…”
Los dos hermanos se alejan juntos, ante la atenta mirada de Jose.

METRO.
La puerta del vagón comienza a cerrarse. Jose y Carlitos entran de un salto. Se despiden de Gus y Pikachu por la ventanilla. Carlitos espera a que el tren se haya alejado de la estación para decirle.
“Tío, Jose… has estado como el culo.”
“¿¡Qué!? ¡¿Qué me estás contando?!”
“Que te has acojonado, tío… Que he tenido que salvarte y todo.”
“¡Que no! ¡Que no me he acojonado! Que… que el tío loco ese se me tiró encima. ¿Qué querías que hiciera?”
“Pues echarle huevos, coño. Echarle huevos. Que le sacas diez años, por favor…”
Jose queda avergonzado, se sienta en silencio. Lanza una pregunta a Carlitos.
“Oye, ¿qué lleva Goku en el bolsillo?”
“¿Hmm? Nada, nada… su mariposa.”
Jose palidece.
“¿U-una puta n-navaja? ¿¡Que iba a sacarme una puta navaja!? ¿¡Pero ese tío está loco o qué?!”
“¡Bah! Si saca la navaja por cualquier tontería… La tiene más tiempo en la mano que en el bolsillo.”
Jose queda aterrorizado.
“Que no, Jose, que… no sé, tío… es tu actitud. A la peña le gusta la gente con seguridad, con dos cojones. Si lo decías tú, la actitud es contagiosa.”
“No, si ya…”

SALÓN JOSE
     Se hace una nueva cuenta de Facebook a nombre de “Jose Periodista”. Agrega de amigos a Carlitos, Goku, Gus, Samuel y Pikachu. Pero duda antes de agregar a Pita. Jessi entra en el dormitorio, Jose cierra el ordenador a toda prisa, nervioso.
     “H-hey… ¿Q-qué tal?”
     “Después borra el historial, ¿vale? Que es un palo explicar a mis amigas por qué la mitad de los enlaces de mi ordenador son a YouPorn.”
     La chica se marcha y Jose vuelve a Facebook. Agrega a Pita y entra en el perfil de Samuel. Todas sus fotos son de un barrio de gitanos y todos sus amigos también son de allí. Jose ojea el perfil con atención. Hay fotos de Samuel, Pita y sus padres posando delante de un cheque gigante con todos los gitanos del barrio abriendo botellas de champán de fondo.

SALÓN JOSE
Jose se remueve en el sofá, incómodo. No puede dormir. Se incorpora con pesadez. Toma una pastilla.

Se mira en el espejo del baño y se explota un grano de un hombro. Sale sangre.

“Mierda…”

Coge un pequeño botiquín con agua oxigenada, tiritas y antisépticos. Coloca una tirita en la herida.

Desayuna pan de molde crudo y remueve la taza de colacao con un cuchillo. Tiene mala cara. Toma tres pastillas.
Se muerde un padrastro. Sale sangre.

“Mierda…”

Desinfecta la herida. Coloca una tirita.

Aplasta un mosquito que le está picando. Sale sangre. Desinfecta. Coloca una tirita.

Se corta al afeitarse. Sale sangre. Coloca una tirita.

Se suena la nariz en público. Sale sangre. Tapona la herida.

Lee una revista en el metro. Se corta al pasar la página. Sale sangre. Saca el botiquín mientras limpia las gotas de sangre que han caído al suelo. Resopla cansado.

En un hospital una enfermera entra en la sala de espera con algunas carpetas en la mano. Nombra a los pacientes y les entrega su carpeta correspondiente.
“¡José Sanz! ¿¡José Sanz!?”
Jose se ha quedado dormido en una de las sillas. La enfermera se acerca y le deja sus resultados en el regazo.

PISO JOSE
Jose entra en el piso y saluda a Jessi, que ve la tele mientras come pipas en el salón.
     El chico se cepilla los dientes. Ve un cortaúñas sobre el lavabo mal colocado, es evidente que lo acaban de usar.
     Jose sale del baño con un portazo. Grita a Jessi:
     “¡¿QUIÉN COJONES HA USADO MI CORTAUÑAS?!”
     Jessi queda tan descolocada que no sabe reaccionar.
     “¿¡TÚ HAS COGIDO MI CORTAUÑAS?! ¡¿EH?!”
     “Bueno… Pero… Pero que lo llevo usando desde siempre, Jose.”
     “¡¿TÚ ERES GILIPOLLAS O QUÉ?! ¡¿TÚ QUÉ SABES SI… SI… YO NO TENGO PIES DE ATLETA, EH?! ¡¿TÚ SABES LO QUE DUELE ESO?!”
     Jessi se levanta y apaga el televisor. Se dirige a su cuarto mientras ignora los gritos de Jose.
     “¡QUE TE ESTOY HABLANDO, HOSTIA! ¡¡¡QUE TE ESTOY HABLANDO!!!”
      Jessi entra en su dormitorio, saca una almohada y una manta que deja en el sofá. Cierra la puerta con cerrojo. Jose queda solo, con la palabra en la boca. Se siente ridículo, sin saber que hacer.
     “¡Y… Y NO VUELVAS A TOCAR MIS COSAS! ¿¡TE ENTERAS?! ¡¿TE ENTERAS, JODER?!”
    
BAR
     Samuel está moviendo cajas de cerveza. Jose se acerca a saludarle.
     “Qué pasa, Samuel.”
     “Hombre, artista, ¿cómo va la cosa?”
     “Aquí vengo, a molestarte un ratito y a proponerte un negocio, que me gustó como manejaste el otro día a los chavales estos.”
     “Si son unos pijos de mierda. Perro ladrador poco…”
     Samuel se queda mudo al ver que Jose le pone delante un fajo de billetes con más de mil euros.

COCHE DE JOSE
     Jose conduce con Samuel de copiloto. El coche se mueve a través de chabolas y casas cochambrosas, con gitanos sentados en la puerta de sus casas. Van a poca velocidad porque el estado de las calles es lamentable. Samuel va con la ventanilla bajada, saludando a la gente con una gran sonrisa. Éstos le devuelven el saludo con alegría.
     Jose aparca donde le indica Samuel. Antes de salir del coche el gitano le advierte:
     “Tú chitón, déjame hablar a mí. Y ni se te ocurra sacar un duro hasta que yo te diga, ¿eh?”
     Jose asiente y sale del coche. De inmediato varios niños de cinco y seis años le rodean y empiezan a atosigarlo.
     “Payo, ame argo, que tú tienes mucho y yo no tengo ná.”
     Los niños le meten las manos en los bolsillos. Jose intenta mantenerlos a distancia, pero los niños lo atosigan.
     “Échame argo, ampare, aunque zea la zoga al cuello.”     “Un cigarrito, payo, un eurito, un…”
     Samuel da un tortazo en la cabeza a uno de los niños.
     “¡Al carajo ya! ¡A dar por culo a vuestros padres!”
     Los niños salen disparados ante la impresionada mirada de Jose. Este sigue a Samuel hasta una casa en la que hay un gitano adolescente sentado en una silla de playa en la entrada de una casa. A sus pies, hay una yonki dormida y babeando. El gitano se levanta de golpe al ver a Samuel.
     “¡Iyoooo! ¡Que pasa, Bonoloto! ¿Has venido aquí a darle unas propinillas aquí a los plebeyos o qué?”
“¡Más quisieras, matao! ¿Está el Vice?”
“Ahí está con sus cosas. Dale, dale. ¡Que alegría verte, cojone!”
Entran en el salón. La casa se encuentra en un estado inhabitable, con el techo y las paredes cayéndose a pedazos. Varios niños juegan a una consola mientras sus madres y padres están tirados en cualquier rincón de la casa. Hay basura e hipodérmicas usadas por todas partes.
“¡Viceeeeeee! ¡¿Dónde está la mamona más grande de la raza gitana!?”
“¿¡Bonoloto?! ¡Ja, ja, ja! ¡Tira pa la cocina, cacho maricona!”
Lo que encuentra Jose en la cocina es aún peor: la mesa y las alacenas rebosantes de pastillas, marihuana y paquetes de heroína. Media docena de gitanos armados con escopetas de caza y pistolas esnifan rayas en la mesa. Dan un efusivo saludo a Samuel. Vice se levanta de un salto y le da un gran abrazo. Samuel señala las armas entre risas.
“¿Pero esto que es? ¿La tercera guerra mundial o qué?”
“Nah, hombre. El puto Lipi, chacho, que me vendió por veinte euros la lavadora esa y resulta que ni tiene motor ni ná.”
“Vamos, que se ha hecho paja en tu boca el muy hijoputa.”
Jose intenta mantenerse lo más invisible que puede mientras Samuel habla. Está aterrorizado. El Vice les señala la mesa.
“Pillá lo que queráis, estáis en vuestra casa.”
“Que va, tío, si vengo a hablar de negocios. Que estoy pensando en volver a lo mío.”
“¡Mira el emprendedor! Pues tú dirás, hombre.”
El adolescente de la entrada les interrumpe.
“Vice, perdona, que uno de los zombis está en la puerta y dice que quiere verte.”
“¿Cuál? ¿El Peluso, el Bigotitos, El Mutan…?”
“Es, hmm, uno así con barba y sin dientes.”
“¡Si así son todos, zurnormá!”
“¿L-le digo que pase o qué?”
El traficante le apremia con un gesto mientras se disculpa con Samuel y con Jose por la interrupción. Un hombre de unos 50 años de aspecto roñoso y famélico entra arrastrando los pies y en actitud sumisa. El traficante sonríe al verle al verle.
“¡Lacasito! ¿Cómo está mi chico? ¿Eh? ¿Cómo está mi grandullón?”
Lacasito agacha la cabeza con servidumbre mientras asiente y sonríe a las palabras de vice.
“¿Ya has terminado de encerar el coche? ¿Me lo has dejado guapo?”
“Es q-que… hmm… n-no te quedaba cera en la cochera. Ni jabón ni nada, Vice.”
“¿Entonces cómo cojones has limpiao? ¿A churrazos?”
Lacasito baja la mirada, asustado, mientras le enseña a Vice una botella que lleva en la mano. En ella pone “Aguarrás”. Vice se asoma a la ventana, frente a la ruinosa fachada de la casa hay aparcado un descapotable. Tiene la pintura del capó completamente arañada y corrida.
Vice enrojece de furia, los ojos se le salen de las órbitas. Coge un martillo y se abalanza sobre el yonki. Los gitanos exclaman.
“¡Dios! ¡La que te va a caer al Lacasito!”
“¡Dale, Vice! ¡Dale ahí! ¡Ja, ja, ja!”
Lacasito queda mudo de puro pavor. Vice le coge del cuello y lo aplasta contra la mesa, la droga se desparrama por todas partes. Vice levanta el martillo.
“¡Puto yonki de mierda! ¡Esto me pasa por ser bueno con un yonki de mierda!”
Uno de los niños de la consola corre hasta la cocina, los gitanos del Vice lo agarran antes de que pueda entrar.
“¿P-papá...? ¡Papá! ¡Papá!”
Vice mira al yonki con los ojos inyectados en sangre.
“Cada puto día me vas a traer todo el dinero que tengas, ¡TODO! ¡Y cada puta vez que una mano esté vacía te voy reventar la otra!”
Lacasito tiembla, asiente con efusividad. Vice masculla.
“Saca todo el dinero que tengas ahora mismo.”
El yonki traga saliva.
“N-no llevo nada encima, Vice, p-pero en casa…”
“¡Pon la mano en la mesa!”
Lacasito comienza a llorar.
“¡Que pongas la puta mano en la mesa, hostia ya!”
Coloca una mano temblorosa y agarrotada sobre la mesa. Vice se prepara para asestar el golpe, el yonki aparta la mirada. Pero Vice se detiene. En la mano de Lacasito han aparecido trescientos euros.
Son de Jose, él los ha colocado ahí. Habla con el aliento entrecortado.
“T-trescientos euros. Con eso tienes de sobra para pintar el coche.”
Todos quedan sorprendidos por la reacción de Jose, Samuel es el primero en reaccionar.
“No, no, no... Ni puto caso, tío, que a mi colega se le ha ido la olla.”
“Samuel, que sé lo que hago.”
“¡Pero como vas a soltar 300 euros por un yonki que no vale ni 3 céntimos!”
Vice también reacciona con rapidez. Coge la otra mano del yonki y la amenaza con el martillo.
“Trescientos por una mano. ¿Cuánto vale la otra?”
Samuel deja a Jose, mira a Vice completamente incrédulo.
“¿¡Pero tu estás tonto?! ¡¿Vengo con mi colega a hacer negocios por miles de euros y tú le quieres chulear trescientos pavos de mierda?!”
Samuel coge al yonki y se lo quita a Vice de un tirón. Lo arroja contra la puerta de la cocina.
“¡Coge vereda, carapolla! ¡A tomar por culo!”
Lacasito se levanta temblando, toma a su hijo y se prepara para irse. La voz de Vice le detiene.
“Lacasito, mañana te quiero aquí a las siete, que tienes que hacer el desayuno.”
Lacasito se despide con una leve reverencia. Jose y Samuel también se marchan, ni siquiera se despiden. Todos les miran.
El gitano de la entrada se despide de Samuel con un abrazo.
“Pues ná, ampare. A ver si te dejas caer otro día por aquí, que se te echa de menos.”
Se preparan para subir al coche. Jose se detiene justo antes de entrar. Siente un mareo y tiene que apoyarse en el en el vehículo. Las manos le fallan, cae al suelo. Samuel corre a ayudarle.
“¡Jose! ¡Jose!”
     Samuel conduce el coche de Jose. Éste lleva la ventanilla bajada, deja que el aire le dé en el rostro. Samuel se siente culpable:
“Los gilipollas como estos son los que dan mala fama a los gitanos. Después de esto hasta los pijos parecen buena gente.”
Jose ríe levemente, aunque está pálido y sudoroso. Samuel continúa.
“Illo, Jose… eres buena gente, por eso te tengo que decir una cosa que no te va a gustar, tío.”
Samuel se pone serio.
“No te juntes con mi hermana.”
Jose queda contrariado.
“A ver, yo porque es mi hermana y la quiero con toda mi alma, pero esa niña te va a amargar la vida. Te va a amargar la vida, te lo digo yo. ¿Tú quieres acabar como el desgraciao ese de Carlitos? De verdad, chacho, pasa de esa tía.”

SALÓN JOSE
Jose está solo en el salón, tumbado en el sofá. Tiene las luces apagadas, su rostro permanece iluminado por la luz verdosa del portátil. Se recuesta en el sofá mientras observa una foto de Pita en el ordenador.
Se lleva dos pastillas a la boca.

PARQUE
Pita está sentada en un banco del parque, el pequeño bulldog francés corretea entre sus piernas. Jose la observa a distancia. Intenta acercarse a la chica con discreción, simula mirar a la gente del parque mientras camina. Le cuesta apartar los ojos de Pita. Avanza impaciente, ansioso.
Cuando se encuentra cerca de la chica, finge que acaba de verla y se acerca a saludarla. Pero Pita se adelanta, se levanta del banco y se planta ante él.
“Perdone, ¿tiene fuego?”
Jose queda contrariado, le extraña que la chica no le salude.
“Fuego. Para el piti…”
Jose saca un mechero y le enciende el cigarro. La chica se aleja seguida del bulldog. Jose intenta llamar su atención.
“Oye, perdona…”
Esta se vuelve, le mira extrañada.
“…¿Tú no eres amiga de Carlitos?”
“Hmm… sí…”
“Es que… bueno, no sé si te acuerdas de mí. Soy Jose, el colega de Carlitos. Nos hemos visto en el bar, de botellón…”
La chica se encoge de hombros.
“Y-y cuando nos presentaron… me besaste en la boca…”
“Sí, bueno… sonarme me suenas.”
“Hmm, yo soy Jose.”
“Yo Pita.”
“Sí, lo recuerdo.”
La chica le da dos besos. Después se limpia las mejillas con una manga. Jose queda desconcertado.
“Pues encantada, eh, Jose. Ya nos vemos.”
Pita se vuelve a sentar en el banco mientras toquetea las teclas de su móvil. Jose continúa plantado ante ella, sin saber que hacer.
“Bueno… perdona otra vez… pero es que he quedado aquí con Carlitos, ¿sabes? Estoy esperando que salga del instituto.”
“Ajá… Sí, siempre quedamos aquí.”
Jose señala el banco.
“Te importa si me…”
Ella se vuelve a encoger de hombros, Jose toma asiento a su lado. La chica sigue haciéndole más caso al móvil que a él, así que Jose intenta darle conversación.
“Bueno… que tarda esta gente, ¿eh?”
“Ya estarán al caer.”
“Y… oye… ¿Y este perro? ¿Es tuyo?”
“Bueno, es que el próximo finde es mi cumple, ¿sabes? y…”
“¡Ah, felicidades!”
“Gracias, y… y me han comprado la perra y un viaje a Berlín.”
“Ah, ¿es hembra?”
“Sí, sí. Es una perra. Bueno… ¡Como su dueña! ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!”
A Jose le coge por sorpresa la exagerada carcajada de Pita. Una sonrisa forzada y educada se dibuja en su rostro.
“¡Pero ríete, ríete tío! ¡JA, JA, JA, JA, JA! ¡Que es para reírse! ¡JA, JA, JA, JA, JA! ¡Ríete!”
Jose se siente cada vez más incómodo.
“Je, je…”
“¡Aich! Es que soy más payasa…”
“Mujer…”
Quedan en silencio, Jose se siente bastante incómodo. Acaricia a la bulldog mientras piensa en otro tema de conversación.
“Y… ¿Y… cómo es que tú has salido antes de clase?”
“Bueno, es que yo no puedo ir a gimnasia, ¿sabes? Soy alérgica a mi sudor.”
Jose queda asombrado.
“¿A tu sudor? ¿Eres alérgica a tu sudor?”
“Sí, hijo, sí…”
“Hostia, puta… ¿Pero se puede ser alérgico a eso?”
Pita le mira ofendida, se altera.
“¿P-perdona? ¿A-algún problema con mis alergias?”
Su repentino cambio de humor deja contrariado a Jose.
“No, no… Para nada.”
“Vamos, es que… ¡Vas a venir tú ahora a decirme a que soy alérgica!”
“Pita, que no he dicho nada. Vamos, perdona si… Pero que no he dicho nada, de verdad.”
Pita le observa, desconfiada. Jose intenta reafirmarse.
“Que me ha sorprendido mucho, ya está.”
Vuelven a quedar en silencio. Pita se muestra arrepentida por su mala reacción.
“Hmm, Jose… ¿Quieres ver un truco que le he enseñado a la perra?”
Éste asiente, más agradecido que interesado.
“¿Sí? Ven aquí, Pita, ven guapa. La he llamado como yo, ¿a que es una cucada? Ven con mami, guapa.”
Pita coge a la bulldog y la coloca en su regazo, boca arriba. Jose mira extrañado como la chica se chupa el dedo corazón.
“¿Cómo está mi niña? ¿Cómo está mi niña guapa?”
Y más extrañado se queda cuando ve como coloca el dedo en la entrepierna del animal. Hace movimientos circulares sobre el sexo de la bulldog. El animal pone los ojos en blanco y la lengua le queda colgando por la boca.
“¡Ja, ja! ¡Mira que caretos! ¡Ja, ja! ¡Que caliente está la cabrona!”
Jose no sabe como reaccionar ante una escena tan grotesca.
“¡Pero ríete, hombre! ¡Si es para reírse! ¡Ríete, tío, ríete! ¡JA, JA, JA!”
Una leve sonrisa incrédula asoma en los labios de Jose. Mira asustado como Pita masturba la perra y le grita.
“¡Guarraaaaa! ¡Guarraaaaa! ¡JA, JA, JA, JA!”




Fin Capítulo 5

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