2º Acto
ASOCIACIÓN
VIH. SALA CONFERENCIAS.
Un
enfermo en un estado muy avanzado de la enfermedad habla sobre sus
experiencias. Jose apenas le presta atención; está pensativo, molesto, dándole
vueltas a la cabeza.
“…y,
bueno, ya sabéis… Entras en la sala oscura, no se ve una mierda, je, je… Y te
cruzas con uno. Te palpa para asegurarse que te has puesto el condón y, cuando
se da la vuelta… Pues a tomar por culo el condón, ¿no? él no se va a enterar.”
Al
enfermo le cuesta continuar.
“Y…
y, claro… es lo que me hicieron a mí…”
Permanece
en silencio unos segundos.
“Y…
y esa noche… volví tan borracho a casa… y… bueno, me acosté con Lucía. Con mi
esposa.”
Este
último comentario despierta la atención de Jose. El conferenciante señala a su
esposa, que está entre el público. Tiene un bebé en brazos.
“Ahora
ella y… y m-mi hijo… (Los ojos se le
llenan de lágrimas, le cuesta continuar.) Joder… Y la barbaridad de tíos
que habré infectado… Dios… Pero el pasado no se puede cambiar, solo puedo…
intentar concienciar a la gente…”
Jose
escucha incrédulo, asqueado.
“…Que
conozcan mis errores y evitar que jodan sus vidas y las de los demás como yo
hice.”
Sus
compañeros aplauden con entusiasmo. Le dedican frases de ánimo y admiración.
Jose se levanta indignado, se marcha.
PISO JOSE
Jose
permanece encerrado en su cuarto, pensativo, frente a una libreta con algunas
frases escritas. El encabezado del papel es: ‘Cosas que quiero hacer antes de morir’. Se frota la sien,
exasperado.
La
puerta del cuarto se abre y Jose esconde la libreta a toda prisa. Jessi va
directa al armario.
“Peque,
¿has visto mi falda roja?…”
Jose
se levanta, se coloca delante de su novia.
“…La tenía delante hace un segundo, pero…”
Jessi deja de hablar al sentir como Jose la
toma por los hombros, le observa extrañada. Su novio la mira directamente a los
ojos y le dice.
“Vámonos
de Madrid.”
Jessi queda completamente descolocada.
“¿Qué?”
“Que sí, chiqui. Que le den por culo a
todo. Nos vamos lo más lejos que podamos y a vivir la vida, joder. Dime un
país, el que tu quieras y nos piramos. ¡Bam!”
“¿Pero… Pero esto a que viene, Jose?”
“Pues…
Jessi, tengo 25 años ya y… y es que vivimos como adolescentes. Quiero viajar,
conocer cosas… Vivir un poco.”
“Jose,
Jose, en serio, ¿tú te ves viajando?”
“Es
que… no hago nada con mi vida. Me paso el día currando, y termino tan reventado
que me tiro delante de la tele, y… y yo que sé.”
“A
ver, peque, que yo te entiendo, pero cada uno vale para lo que vale. Y tú ni
sabes idiomas, y eres más autista que los cabreros esos que se pasan el día en
lo alto de los cerros, hombre.”
Jose
queda pensativo, Jessi ve que sus palabras llegan a Jose, así que sigue con el
discurso.
“Que
sí, que el Carpe Diem y su puta madre están muy bien, pero cada uno tiene su
sitio y yo no creo que el nuestro sea ir al quinto coño. Yo nos veo más como…
no sé… Nuestra pastelería, nuestros niños…”
Jose
asiente mientras medita las palabras de su novia y le responde:
“Yo
lo que no me imagino es mi vida sin ti.”
Ella
le abraza con ternura.
“¡Aiiich!
¡Cómo me gusta cuanto me haces la pelota!”
Los
dos ríen. Jessi le coge el culo y se acerca para darle un beso, Jose aparta la
cara.
“N-no
me he lavado los dientes.”
Jose
sale de la habitación y deja a Jessi muy extrañada.
ASOCIACIÓN
VIH. SALA DE INFORMÁTICA.
Jose
tiene el anuncio de Carlitos ante él, en el monitor. Lo observa fijamente,
pensativo. Acerca el cursor a “Contactar
con el anunciante”. Respira hondo. Hace clic en el enlace.
…
Jose
está montando algunas imágenes de la cabalgata que grabó en uno de los
ordenadores de Localia. Abre Google Chrome para consultar su correo. Tiene 0
mensajes en la bandeja de entrada. Jose se muestra impaciente. Escribe un nuevo
mensaje: “No sé si has visto mis emails anteriores. Ponte en contacto conmigo
cuanto antes, por favor. Jose.”
…
Ve
la tele en su piso, junto a su novia y el hermano de ésta. Echa un vistazo a su
móvil, pero sigue sin tener ningún mail nuevo. Jessi le observa de reojo.
…
Jose
está sentado en la sala de informática de la asociación de enfermos de VIH. El
número de mensajes en su bandeja de entrada es cero.
Jose,
exasperado, selecciona el email del anuncio de VIH y cliquea en la opción
“Buscar en Google”. Los resultados relacionados con esa dirección email son a
otras páginas de anuncios de compra y venta. En una de ellas dan la opción “Ver
perfil del anunciante”. Allí encuentra una cuenta de correo alternativa, la
selecciona y vuelve a buscar información en Google. Los resultados dibujan una
sonrisa en el rostro de Jose: Cuenta en Facebook, perfil en Tuenti… Carlos
Homerhef, vive en Madrid, barrio El Viso. Jose echa un vistazo a las fotos, se
queda de piedra cuando se abren: se trata de un chico de tan solo 14 años. En
las foto posa con la moto que le han regalado sus padres en su cumpleaños,
haciendo fiestas en la piscina de su chalet y de viaje por EEUU, Japón… Pero la
que más interesa a Jose es en la que aparece posando con otros miembros de las
Juventudes de Alianza Nacional.
…
Jose
habla por teléfono. En la pantalla del ordenador aparece abierta la página web
de Juventudes de Alianza Nacional, con el número de teléfono resaltado.
“…Exacto,
de Localia televisión. Preparamos un reportaje sobre el papel de los
adolescentes y los jóvenes en la política actual. Estamos buscando un…”
Jose
cambia la ventana del monitor, selecciona la que tiene el perfil de Carlos en
Facebook. Le algunos datos.
“…un
chico. De 14 años. Buena familia, buena presencia… Sería para entrevistarlo
cuanto antes.”
CAFETERÍA
Jose
cruza la entrada, ojea las mesas en busca de Carlitos. Le reconoce porque lleva
la misma gorra que usa en las fotos. Jose le hace un gesto y va hasta él,
Carlitos se levanta para recibirle. A Jose le sorprende ver que el adolescente
le saca una cabeza de alto.
…
Los
dos están sentados frente a frente, Carlitos le suelta un largo discurso
panfletario a Jose.
“…Bueno,
en la sede me han comido el coco con que solo le leyera el rollazo que me han
escrito, ¿sabe? Pero nanai, vamos, ni de coña.”
Les
dejan en la mesa un café y una cocacola, Jose agradece al camarero con un
gesto. Carlitos continúa su charla, intenta dar mucha convicción a sus
palabras.
“Mire,
un país solo es una tribu grande y, coño, ahora estamos muy mal, ¿qué hacemos
dejando que la peña de otras tribus coja nuestros pocos recursos y se los lleve
a sus tribus?”
Jose
abre su mochila y saca unos papeles. A Carlitos le pone nervioso la poca
atención que le presta.
“Vale,
mire, una cadena, ¿vale? es tan fuerte como su eslabón más débil, ¿vale? Y si a
uno de los eslabones se la suda la cadena… Pues estamos bastante jodidos, coño,
estamos bien jodi…”
Carlitos
queda pálido. Jose ha puesto ante él un papel impreso con su anuncio del VIH.
El chico empieza a sudar.
“¿Y…
y eso?”
“Esto
es algo por lo que te pueden caer unos cuantos meses de cárcel.”
Carlitos
queda en silencio, nervioso. Jose intenta tranquilizarle.
“No,
oye, que no pasa nada. Escúchame…”
Jose
le mira fijamente.
“…Yo
tengo VIH. Y quiero aceptar el encargo.”
Esto
altera aún más a Carlitos. Se levanta de golpe y se marcha a toda velocidad.
Jose intenta detenerle.
“Oye...
¡Espera! Mierda, coño…”
Corre
a la barra, deja un billete de cinco euros y grita al camarero que volverá por
el cambio. Sale a la calle, persigue a Carlitos.
“¡Espera!”
“¡Que
te pires, tío!”
“¿Me
quieres escuchar, joder? ¿Me dejas hablar?”
“Lo
siento, tío, pero… Yo ya borré el anuncio, ¿vale?”
“Vale,
vale. Hmm… Si no te interesa no te interesa.”
“Pues
no me interesa.”
Carlitos
aprieta el paso. Jose también.
“¿Y…
Y vas a dejar que esa tía se ría de ti?”
“¡Joder,
tío! ¿Pero estás loco o que mierda te pasa? ¿Y… Y cómo coño me has encontrado?”
“Chaval,
soy periodista.”
“Oye,
tío, esto… esto es una ida de pelota. Parece de una peli o algo de eso…”
“De
acuerdo, de acuerdo. Entonces aquí no ha pasado nada y ya está. ¿De acuerdo? No
pasa nada.”
Jose
le extiende una mano a Carlitos. Éste se detiene, observa la mano desconfiado.
La estrecha.
Jose
se marcha ante la incrédula mirada de Carlitos. El chico hace un gesto de no
entender nada y sigue su camino.
METRO
Carlitos
se acerca a las máquinas expendedoras de billetes del metro, pero se dirige a
una que se encuentra alejada del resto, oculta tras una esquina. Se asegura de
que nadie le ve y mete un alambre en la rendija de las monedas. Usa la otra
mano para escarbar en el hueco del que salen los billetes expendidos. Consigue
sacar un billete gratis. Hace un gesto triunfal mientras se aleja. Jose observa
la escena desde la otra punta de la estación.
…
En
el vagón, Jose se sienta a una distancia prudencial de Carlitos. Explora en su
móvil entre las fotos del Facebook de Carlitos. Encuentra una con su grupo de
amigos junto a la boca de metro de “República Argentina”.
…
BAR
Carlitos
sale de la boca de metro de la foto. Camina por la calle mientras toquetea el
móvil con una sonrisa bobalicona en el rostro. Jose continúa vigilándole, de
esquina en esquina. Le sigue mientras entra en un bar. Jose queda en la puerta,
busca entre las imágenes de Carlitos hasta encontrar una del local, “Fraguel
Rock”. Ve por la cristalera como Carlitos se saluda con un grupo de chicos de
su edad. Jose entra en el local y se sitúa en la barra, en un rincón. El bar
está lleno de adolescentes, algunos miran a Jose extrañados, es evidente que no
encaja con el ambiente.
Jose
queda sorprendido al ver como una chica de piercing en el entrecejo se abalanza
sobre Carlitos y le estampa un escandaloso beso en los labios. Mira con
atención la actitud de pareja que mantienen y entonces comprende por qué
Carlitos se echó atrás con el anuncio.
“Será
cabrón…”
Jose
intenta concentrarse, pensar.
Echa
un vistazo rápido al bar, busca entre los tíos. Todos son feos y desgarbados.
El único atractivo es un gitano de unos 17 años con pinta de chulo que sirve
copas tras la barra. Lleva el clásico peinado cacerola, rapado a los lados y
con el pelo engominado de punta y teñido de rubio chillón. Jose corre hasta él.
“Oye,
perdona, ¿me pones una caña?”
El
gitano le hace un guiño mientras llena un vaso con cerveza. Jose le da
conversación:
“Gracias,
tío. Oye, vaya pibitas que tenéis aquí, colega.”
“Hay
algún pepino güeno, si.”
“Pero
vamos, unos putos mandriles comparados con la morena esa.”
Jose
le señala a la chica que aún está liándose con Carlitos. El gitano le mira
extrañado.
“¿Quién?
¿La Pita?”
“Si,
si. La churri esa.”
“La
Pita es lo más grande y lo más bonito de éste bar.”
A
Jose se le escapa una pequeña sonrisa de satisfacción. Le paga la bebida.
“¡Coño,
tío! A ver, yo porque soy un pelao, pero si estuviese tan petao como tú… vamos,
no la dejaba ni un segundo más con el mariconazo ese.”
“Tú
tranquilo, que yo a ésa le hago así (chasquea
los dedos) y ya la tengo en mi casa. Como Samuel que me llamo.”
A
Jose le impresiona la seguridad en si mismo de Samuel, le estrecha la mano.
“Sí
señor, tío. Con dos cojones. Que bien puestos.”
“Que
cojones ni que coño… ¡que esa niña es mi hermana, chacho! ¡JA, JA, JA, JA!”
Jose
les observa desconcertado. Los dos hermanos apenas tienen un leve parecido.
“Pero
que no te rayes, que el atontao ese solo es un rollete. Si lleva super
enchochada desde siempre del mierda aquél.”
Le
señala a un chico del grupo de Carlitos, otro cachas que exhala una gigantesca
calada de un porro. Jose muestra interés.
“¿Y…
y cómo se llama?”
“Bueno,
la peña le llama Goku, ¿sabes?”
“¿Goku?”
“Goku,
Goku. Como el de los dibujitos, ese de…”
Jose
se aleja con su cerveza y el cambio en la mano.
“Sí,
sí. Nos vemos. Venga, tío.”
Jose
corre hacia Carlitos, le saluda con énfasis.
“¡Que
pasa, tío!”
Carlitos
queda blanco al verle.
“Hey…”
Jose
se presenta a Goku.
“¿Qué
tal? Soy Jose.”
Éste
exhala una calada antes de responder.
“Goku,
tío.”
Pita
aparece detrás de Goku, le pega su boca en la oreja y grita y ríe de forma
escandalosa. Goku da un respingo y le pone mala cara:
“Tira
ya, so petarda.”
“¡Adiós,
simpático!”
Pita
saluda a Jose.
“¡Qué
tal! ¡Yo soy Lupe!”
“Yo
Jose, encant…”
Pita
no le deja terminar. Le estampa un beso en los labios.
Jose
queda pasmado. Carlitos la aparta de Jose de un tirón, asustado. La chica sigue
riendo mientras se limpia la boca con la manga. Se lanza sobre Carlitos.
“¡Qué
pasa! ¿Estás celoso del puretilla o qué?”
“Mañana
te arrepientes de estas cosas y me vienes en plan ‘¡Ay, qué he hecho! ¡Ay, qué
vergüenza…!’”
“¡Ja,
ja! ¡Anda, vente por un mini, señor Sosón! ¡JA, JA!”
Carlitos
mira a Jose, desconfiado.
“No,
no. Te espero aquí.”
Jose
aprovecha para meter baza.
“Si
quieres ya voy yo contigo, que iba a pillar una…”
Carlitos
le interrumpe.
“¡No,
no! Tú siéntate, que acabas de llegar. Y tranquilito hasta que yo vuelva, ¿eh?
Te lo pido por favor.”
Carlitos
se marcha, escamado, con la chica tirándole del brazo. Jose olisquea el humo
del porro de Goku.
“Dios
mío, eso huele a gloria bendita. Dime que tienes para pasar.”
“Que
va, tío. Me quedan dos.”
“Dios…
No me digas eso… Te doy cinco pavos.”
“Que
va, que va. Es que son los últimos.”
“¡Que
son cinco pavos por dos porros, hombre! Nada, nada… Los cinco pavos y los
fumamos a pachas.”
Jose
coloca los cinco euros ante los ojos de Goku. Éste no puede resistirse, los
coge.
Goku
empieza a liarse un porro mientras Jose le da conversación.
“Gracias,
tío. Oye, vaya pibitas que tenéis aquí, colega.”
“Bueno,
hay alguna que está jaca, si.”
“Pero,
vamos, unos putos mandriles comparados con la morena esa.”
Goku
echa un vistazo, no localiza a la chica a la que se refiere Jose. Éste matiza:
“La
que está con Carlitos, tío.”
“¡Ah!
¿Te mola Pita?”
“Bueno,
a mí y cualquiera. Pero esa pava juega en otra liga. A ti y a mí… ni nos
saluda.”
“¿Qué
dices, chaval? Que a mí esa ya me la ha chupado más veces…”
“¿Estás
de coña?”
“Que
no, que no.”
“¡Eres
el puto amo, tío! Y follará… como una leona, fijo.”
“Que
va, que dice que follar solo folla si somos novios… Las cosas de las gitanas… Y
yo paso de que ninguna tía me caliente la polla.”
“Joder,
tío, pero tú le sigues el rollo, te la tiras cuando quieras y mientras a tu
bola. ¿Vas a dejar que el pintas éste se la folle antes que tú?”
“¿Qué
pintas?”
“Joder,
pues…”
La
manaza de Carlitos se estampa en el hombro de Jose.
“Vente
fuera. Tenemos que hablar.”
La
actitud agresiva de Carlitos coge desprevenido a Jose. Goku le quita el porro
antes de que se vayan.
“Yo
te lo guardo.”
…
Salen
del bar, Jose pasa a la defensiva.
“Oye,
tío, que yo solo estoy tomando una cerveza sin meterme con nadie, ¿vale?”
Carlitos
le da la espalda. Tiembla. Se gira lentamente y mira a Jose a los ojos. Está
llorando.
“Q-quiero
q-q-que te folles a esa puta. Q-quiero que la… la… ¡que la revientes! ¡Que la
revientes, joder! ¡JODER! ¡ME CAGO EN LA PUTA!”
“Eh,
eh, tío, tranquilo. Tranquilo, hombre.”
“M-me…
me ha vuelto a dejar. Dios… me lo ha vuelto a hacer… ¡pero cómo soy tan
gilipollas! ¡Cómo soy tan pelele…! Mierda…”
A
Carlitos le caen algunas lágrimas, se sorbe los mocos. Jose se acerca a él con
prudencia, le da unas palmaditas en el hombro sin demasiada convicción.
Regresan
al bar. Jose no ve a Goku en la mesa, echa un vistazo al local hasta
encontrarlo. Está hablando con Pita, en el otro extremo del bar. Ella asiente
entusiasmada a las palabras de Goku. Salta sobre él llena de alegría. Se besan.
Goku
le lanza un guiño cómplice a Jose, le levanta un pulgar en señal de victoria
mientras sus labios vocalizan:
“Esta
noche me la follo.”
Carlitos
camina detrás de Jose mientras se limpia las últimas lágrimas. Observa atónito
como Pita se enrolla con Goku.
“P-Pero…
¿Cómo… Cómo…? ¿¡CÓMO SE PUEDE SER TAN PUTA!?”
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