lunes, 10 de noviembre de 2014

ESCUPIRÉ SOBRE TU TUMBA - Capítulo 4

2º Acto

ASOCIACIÓN VIH. SALA CONFERENCIAS.
Un enfermo en un estado muy avanzado de la enfermedad habla sobre sus experiencias. Jose apenas le presta atención; está pensativo, molesto, dándole vueltas a la cabeza.
“…y, bueno, ya sabéis… Entras en la sala oscura, no se ve una mierda, je, je… Y te cruzas con uno. Te palpa para asegurarse que te has puesto el condón y, cuando se da la vuelta… Pues a tomar por culo el condón, ¿no? él no se va a enterar.”
Al enfermo le cuesta continuar.
“Y… y, claro… es lo que me hicieron a mí…”
Permanece en silencio unos segundos.
“Y… y esa noche… volví tan borracho a casa… y… bueno, me acosté con Lucía. Con mi esposa.”
Este último comentario despierta la atención de Jose. El conferenciante señala a su esposa, que está entre el público. Tiene un bebé en brazos.
“Ahora ella y… y m-mi hijo… (Los ojos se le llenan de lágrimas, le cuesta continuar.) Joder… Y la barbaridad de tíos que habré infectado… Dios… Pero el pasado no se puede cambiar, solo puedo… intentar concienciar a la gente…”
Jose escucha incrédulo, asqueado.
“…Que conozcan mis errores y evitar que jodan sus vidas y las de los demás como yo hice.”
Sus compañeros aplauden con entusiasmo. Le dedican frases de ánimo y admiración. Jose se levanta indignado, se marcha.

PISO JOSE
Jose permanece encerrado en su cuarto, pensativo, frente a una libreta con algunas frases escritas. El encabezado del papel es: ‘Cosas que quiero hacer antes de morir’. Se frota la sien, exasperado.
La puerta del cuarto se abre y Jose esconde la libreta a toda prisa. Jessi va directa al armario.
“Peque, ¿has visto mi falda roja?…”
Jose se levanta, se coloca delante de su novia.
     “…La tenía delante hace un segundo, pero…”
     Jessi deja de hablar al sentir como Jose la toma por los hombros, le observa extrañada. Su novio la mira directamente a los ojos y le dice.
“Vámonos de Madrid.”
     Jessi queda completamente descolocada.
     “¿Qué?”
     “Que sí, chiqui. Que le den por culo a todo. Nos vamos lo más lejos que podamos y a vivir la vida, joder. Dime un país, el que tu quieras y nos piramos. ¡Bam!”
     “¿Pero… Pero esto a que viene, Jose?”
“Pues… Jessi, tengo 25 años ya y… y es que vivimos como adolescentes. Quiero viajar, conocer cosas… Vivir un poco.”
“Jose, Jose, en serio, ¿tú te ves viajando?”
“Es que… no hago nada con mi vida. Me paso el día currando, y termino tan reventado que me tiro delante de la tele, y… y yo que sé.”
“A ver, peque, que yo te entiendo, pero cada uno vale para lo que vale. Y tú ni sabes idiomas, y eres más autista que los cabreros esos que se pasan el día en lo alto de los cerros, hombre.”
Jose queda pensativo, Jessi ve que sus palabras llegan a Jose, así que sigue con el discurso.
“Que sí, que el Carpe Diem y su puta madre están muy bien, pero cada uno tiene su sitio y yo no creo que el nuestro sea ir al quinto coño. Yo nos veo más como… no sé… Nuestra pastelería, nuestros niños…”
Jose asiente mientras medita las palabras de su novia y le responde:
“Yo lo que no me imagino es mi vida sin ti.”
Ella le abraza con ternura.
“¡Aiiich! ¡Cómo me gusta cuanto me haces la pelota!”
Los dos ríen. Jessi le coge el culo y se acerca para darle un beso, Jose aparta la cara.
“N-no me he lavado los dientes.”
Jose sale de la habitación y deja a Jessi muy extrañada.

ASOCIACIÓN VIH. SALA DE INFORMÁTICA.
Jose tiene el anuncio de Carlitos ante él, en el monitor. Lo observa fijamente, pensativo. Acerca el cursor a “Contactar con el anunciante”. Respira hondo. Hace clic en el enlace.
Jose está montando algunas imágenes de la cabalgata que grabó en uno de los ordenadores de Localia. Abre Google Chrome para consultar su correo. Tiene 0 mensajes en la bandeja de entrada. Jose se muestra impaciente. Escribe un nuevo mensaje: “No sé si has visto mis emails anteriores. Ponte en contacto conmigo cuanto antes, por favor. Jose.”
Ve la tele en su piso, junto a su novia y el hermano de ésta. Echa un vistazo a su móvil, pero sigue sin tener ningún mail nuevo. Jessi le observa de reojo.
Jose está sentado en la sala de informática de la asociación de enfermos de VIH. El número de mensajes en su bandeja de entrada es cero.
Jose, exasperado, selecciona el email del anuncio de VIH y cliquea en la opción “Buscar en Google”. Los resultados relacionados con esa dirección email son a otras páginas de anuncios de compra y venta. En una de ellas dan la opción “Ver perfil del anunciante”. Allí encuentra una cuenta de correo alternativa, la selecciona y vuelve a buscar información en Google. Los resultados dibujan una sonrisa en el rostro de Jose: Cuenta en Facebook, perfil en Tuenti… Carlos Homerhef, vive en Madrid, barrio El Viso. Jose echa un vistazo a las fotos, se queda de piedra cuando se abren: se trata de un chico de tan solo 14 años. En las foto posa con la moto que le han regalado sus padres en su cumpleaños, haciendo fiestas en la piscina de su chalet y de viaje por EEUU, Japón… Pero la que más interesa a Jose es en la que aparece posando con otros miembros de las Juventudes de Alianza Nacional.
Jose habla por teléfono. En la pantalla del ordenador aparece abierta la página web de Juventudes de Alianza Nacional, con el número de teléfono resaltado.
“…Exacto, de Localia televisión. Preparamos un reportaje sobre el papel de los adolescentes y los jóvenes en la política actual. Estamos buscando un…”
Jose cambia la ventana del monitor, selecciona la que tiene el perfil de Carlos en Facebook. Le algunos datos.
“…un chico. De 14 años. Buena familia, buena presencia… Sería para entrevistarlo cuanto antes.”

CAFETERÍA
Jose cruza la entrada, ojea las mesas en busca de Carlitos. Le reconoce porque lleva la misma gorra que usa en las fotos. Jose le hace un gesto y va hasta él, Carlitos se levanta para recibirle. A Jose le sorprende ver que el adolescente le saca una cabeza de alto.
Los dos están sentados frente a frente, Carlitos le suelta un largo discurso panfletario a Jose.
“…Bueno, en la sede me han comido el coco con que solo le leyera el rollazo que me han escrito, ¿sabe? Pero nanai, vamos, ni de coña.”
Les dejan en la mesa un café y una cocacola, Jose agradece al camarero con un gesto. Carlitos continúa su charla, intenta dar mucha convicción a sus palabras.
“Mire, un país solo es una tribu grande y, coño, ahora estamos muy mal, ¿qué hacemos dejando que la peña de otras tribus coja nuestros pocos recursos y se los lleve a sus tribus?”
Jose abre su mochila y saca unos papeles. A Carlitos le pone nervioso la poca atención que le presta.
“Vale, mire, una cadena, ¿vale? es tan fuerte como su eslabón más débil, ¿vale? Y si a uno de los eslabones se la suda la cadena… Pues estamos bastante jodidos, coño, estamos bien jodi…”
Carlitos queda pálido. Jose ha puesto ante él un papel impreso con su anuncio del VIH. El chico empieza a sudar.
“¿Y… y eso?”
“Esto es algo por lo que te pueden caer unos cuantos meses de cárcel.”
Carlitos queda en silencio, nervioso. Jose intenta tranquilizarle.
“No, oye, que no pasa nada. Escúchame…”
Jose le mira fijamente.
“…Yo tengo VIH. Y quiero aceptar el encargo.”
Esto altera aún más a Carlitos. Se levanta de golpe y se marcha a toda velocidad. Jose intenta detenerle.
“Oye... ¡Espera! Mierda, coño…”
Corre a la barra, deja un billete de cinco euros y grita al camarero que volverá por el cambio. Sale a la calle, persigue a Carlitos.
“¡Espera!”
“¡Que te pires, tío!”
“¿Me quieres escuchar, joder? ¿Me dejas hablar?”
“Lo siento, tío, pero… Yo ya borré el anuncio, ¿vale?”
“Vale, vale. Hmm… Si no te interesa no te interesa.”
“Pues no me interesa.”
Carlitos aprieta el paso. Jose también.
“¿Y… Y vas a dejar que esa tía se ría de ti?”
“¡Joder, tío! ¿Pero estás loco o que mierda te pasa? ¿Y… Y cómo coño me has encontrado?”
“Chaval, soy periodista.”
“Oye, tío, esto… esto es una ida de pelota. Parece de una peli o algo de eso…”
“De acuerdo, de acuerdo. Entonces aquí no ha pasado nada y ya está. ¿De acuerdo? No pasa nada.”
Jose le extiende una mano a Carlitos. Éste se detiene, observa la mano desconfiado. La estrecha.
Jose se marcha ante la incrédula mirada de Carlitos. El chico hace un gesto de no entender nada y sigue su camino.

METRO
Carlitos se acerca a las máquinas expendedoras de billetes del metro, pero se dirige a una que se encuentra alejada del resto, oculta tras una esquina. Se asegura de que nadie le ve y mete un alambre en la rendija de las monedas. Usa la otra mano para escarbar en el hueco del que salen los billetes expendidos. Consigue sacar un billete gratis. Hace un gesto triunfal mientras se aleja. Jose observa la escena desde la otra punta de la estación.
En el vagón, Jose se sienta a una distancia prudencial de Carlitos. Explora en su móvil entre las fotos del Facebook de Carlitos. Encuentra una con su grupo de amigos junto a la boca de metro de “República Argentina”.
BAR
Carlitos sale de la boca de metro de la foto. Camina por la calle mientras toquetea el móvil con una sonrisa bobalicona en el rostro. Jose continúa vigilándole, de esquina en esquina. Le sigue mientras entra en un bar. Jose queda en la puerta, busca entre las imágenes de Carlitos hasta encontrar una del local, “Fraguel Rock”. Ve por la cristalera como Carlitos se saluda con un grupo de chicos de su edad. Jose entra en el local y se sitúa en la barra, en un rincón. El bar está lleno de adolescentes, algunos miran a Jose extrañados, es evidente que no encaja con el ambiente.
Jose queda sorprendido al ver como una chica de piercing en el entrecejo se abalanza sobre Carlitos y le estampa un escandaloso beso en los labios. Mira con atención la actitud de pareja que mantienen y entonces comprende por qué Carlitos se echó atrás con el anuncio.
“Será cabrón…”
Jose intenta concentrarse, pensar.
Echa un vistazo rápido al bar, busca entre los tíos. Todos son feos y desgarbados. El único atractivo es un gitano de unos 17 años con pinta de chulo que sirve copas tras la barra. Lleva el clásico peinado cacerola, rapado a los lados y con el pelo engominado de punta y teñido de rubio chillón. Jose corre hasta él.
“Oye, perdona, ¿me pones una caña?”
El gitano le hace un guiño mientras llena un vaso con cerveza. Jose le da conversación:
“Gracias, tío. Oye, vaya pibitas que tenéis aquí, colega.”
“Hay algún pepino güeno, si.”
“Pero vamos, unos putos mandriles comparados con la morena esa.”
Jose le señala a la chica que aún está liándose con Carlitos. El gitano le mira extrañado.
“¿Quién? ¿La Pita?”
“Si, si. La churri esa.”
“La Pita es lo más grande y lo más bonito de éste bar.”
A Jose se le escapa una pequeña sonrisa de satisfacción. Le paga la bebida.
“¡Coño, tío! A ver, yo porque soy un pelao, pero si estuviese tan petao como tú… vamos, no la dejaba ni un segundo más con el mariconazo ese.”
“Tú tranquilo, que yo a ésa le hago así (chasquea los dedos) y ya la tengo en mi casa. Como Samuel que me llamo.”
A Jose le impresiona la seguridad en si mismo de Samuel, le estrecha la mano.
“Sí señor, tío. Con dos cojones. Que bien puestos.”
“Que cojones ni que coño… ¡que esa niña es mi hermana, chacho! ¡JA, JA, JA, JA!”
Jose les observa desconcertado. Los dos hermanos apenas tienen un leve parecido.
“Pero que no te rayes, que el atontao ese solo es un rollete. Si lleva super enchochada desde siempre del mierda aquél.”
Le señala a un chico del grupo de Carlitos, otro cachas que exhala una gigantesca calada de un porro. Jose muestra interés.
“¿Y… y cómo se llama?”
“Bueno, la peña le llama Goku, ¿sabes?”
“¿Goku?”
“Goku, Goku. Como el de los dibujitos, ese de…”
Jose se aleja con su cerveza y el cambio en la mano.
“Sí, sí. Nos vemos. Venga, tío.”
Jose corre hacia Carlitos, le saluda con énfasis.
“¡Que pasa, tío!”
Carlitos queda blanco al verle.
“Hey…”
Jose se presenta a Goku.
“¿Qué tal? Soy Jose.”
Éste exhala una calada antes de responder.
“Goku, tío.”
Pita aparece detrás de Goku, le pega su boca en la oreja y grita y ríe de forma escandalosa. Goku da un respingo y le pone mala cara:
“Tira ya, so petarda.”
“¡Adiós, simpático!”
Pita saluda a Jose.
“¡Qué tal! ¡Yo soy Lupe!”
“Yo Jose, encant…”
Pita no le deja terminar. Le estampa un beso en los labios.
Jose queda pasmado. Carlitos la aparta de Jose de un tirón, asustado. La chica sigue riendo mientras se limpia la boca con la manga. Se lanza sobre Carlitos.
“¡Qué pasa! ¿Estás celoso del puretilla o qué?”
“Mañana te arrepientes de estas cosas y me vienes en plan ‘¡Ay, qué he hecho! ¡Ay, qué vergüenza…!’”
“¡Ja, ja! ¡Anda, vente por un mini, señor Sosón! ¡JA, JA!”
Carlitos mira a Jose, desconfiado.
“No, no. Te espero aquí.”
Jose aprovecha para meter baza.
“Si quieres ya voy yo contigo, que iba a pillar una…”
Carlitos le interrumpe.
“¡No, no! Tú siéntate, que acabas de llegar. Y tranquilito hasta que yo vuelva, ¿eh? Te lo pido por favor.”
Carlitos se marcha, escamado, con la chica tirándole del brazo. Jose olisquea el humo del porro de Goku.
“Dios mío, eso huele a gloria bendita. Dime que tienes para pasar.”
“Que va, tío. Me quedan dos.”
“Dios… No me digas eso… Te doy cinco pavos.”
“Que va, que va. Es que son los últimos.”
“¡Que son cinco pavos por dos porros, hombre! Nada, nada… Los cinco pavos y los fumamos a pachas.”
Jose coloca los cinco euros ante los ojos de Goku. Éste no puede resistirse, los coge.
Goku empieza a liarse un porro mientras Jose le da conversación.
“Gracias, tío. Oye, vaya pibitas que tenéis aquí, colega.”
“Bueno, hay alguna que está jaca, si.”
“Pero, vamos, unos putos mandriles comparados con la morena esa.”
Goku echa un vistazo, no localiza a la chica a la que se refiere Jose. Éste matiza:
“La que está con Carlitos, tío.”
“¡Ah! ¿Te mola Pita?”
“Bueno, a mí y cualquiera. Pero esa pava juega en otra liga. A ti y a mí… ni nos saluda.”
“¿Qué dices, chaval? Que a mí esa ya me la ha chupado más veces…”
“¿Estás de coña?”
“Que no, que no.”
“¡Eres el puto amo, tío! Y follará… como una leona, fijo.”
“Que va, que dice que follar solo folla si somos novios… Las cosas de las gitanas… Y yo paso de que ninguna tía me caliente la polla.”
“Joder, tío, pero tú le sigues el rollo, te la tiras cuando quieras y mientras a tu bola. ¿Vas a dejar que el pintas éste se la folle antes que tú?”
“¿Qué pintas?”
“Joder, pues…”
La manaza de Carlitos se estampa en el hombro de Jose.
“Vente fuera. Tenemos que hablar.”
La actitud agresiva de Carlitos coge desprevenido a Jose. Goku le quita el porro antes de que se vayan.
“Yo te lo guardo.”
Salen del bar, Jose pasa a la defensiva.
“Oye, tío, que yo solo estoy tomando una cerveza sin meterme con nadie, ¿vale?”
Carlitos le da la espalda. Tiembla. Se gira lentamente y mira a Jose a los ojos. Está llorando.
“Q-quiero q-q-que te folles a esa puta. Q-quiero que la… la… ¡que la revientes! ¡Que la revientes, joder! ¡JODER! ¡ME CAGO EN LA PUTA!”
“Eh, eh, tío, tranquilo. Tranquilo, hombre.”
“M-me… me ha vuelto a dejar. Dios… me lo ha vuelto a hacer… ¡pero cómo soy tan gilipollas! ¡Cómo soy tan pelele…! Mierda…”
A Carlitos le caen algunas lágrimas, se sorbe los mocos. Jose se acerca a él con prudencia, le da unas palmaditas en el hombro sin demasiada convicción.

Regresan al bar. Jose no ve a Goku en la mesa, echa un vistazo al local hasta encontrarlo. Está hablando con Pita, en el otro extremo del bar. Ella asiente entusiasmada a las palabras de Goku. Salta sobre él llena de alegría. Se besan.
Goku le lanza un guiño cómplice a Jose, le levanta un pulgar en señal de victoria mientras sus labios vocalizan:
“Esta noche me la follo.”
Carlitos camina detrás de Jose mientras se limpia las últimas lágrimas. Observa atónito como Pita se enrolla con Goku.
“P-Pero… ¿Cómo… Cómo…? ¿¡CÓMO SE PUEDE SER TAN PUTA!?”




Fin Capítulo 4 

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