lunes, 10 de noviembre de 2014

ESCUPIRÉ SOBRE TU TUMBA - Capítulo 6


La perra corretea por una calle solitaria, Pita y Jose caminan detrás. La chica le comenta.
“…Sí, sí, me pagan el billete de avión y tal, ¡que está genial! Pero después… Que si hotel, que si alquilar bici, que si ñam-ñam… ¡No me quedan ni veinte pavos! ¿Qué hago yo en Berlín con veinte pavos?”
“En Berlín con veinte euros no compras… ni diez euros.”
“¡Ja, ja! ¡Vaya tela! ¿Está muy lejos la tienda esa de animales?”
“No, no. Cinco minutos. Pues mira, la última vez que yo fui a Berlín, ahí con mis amigos y eso, también estábamos a dos velas, ¿sabes? Y…”
Pita se detiene. Ve algo que le cambia la expresión. Jose sigue su mirada: En una terracita Goku está tomando una cerveza acompañado de una pelirroja espectacular.
Jose sonríe para sí mismo.
“Coño, mira, si es Goku. ¡Eh, Goku! ¡Goku!”
Avanza hacia él mientras Pita le sigue, reticente. Goku se levanta de su silla y les saluda con naturalidad.
“¡Qué pasa, chavales!”
Pita se acerca a sus labios, pero él la esquiva y le da dos besos en las mejillas. La chica queda aún más desconcertada. Se limpia la cara con la manga. Goku sigue actuando con desenvoltura, como si no pasara nada.
“¿Y qué hacéis por aquí?”
Jose también finge actuar con naturalidad.
“Nada, que nos hemos encontrado ahí, en el parque. Pero nos tomamos una cervecita con vosotros.”
“Si es que… Ya nos íbamos, que se nos ha hecho tarde.”
“¡Pero si es domingo, tronco! Venga, la última.”
“¡Ojalá, ojalá! Si tengo comida familiar… ¡Uf, que perezón…! Luego os llamo, ¿vale?”
“Venga, nos vemos.”
Pita sigue a Goku y a la pelirroja con la mirada mientras se alejan. A Jose le cuesta contener su alegría. Pita tiene mala cara.
“Jose, perdona… yo me voy a ir a casa…”
“¿Pero tú también? Que prisa os ha dado a todos de repente.”
“Es que… estoy un poco desganada… Otro día, ¿va?”
Pita se despide y se aleja.

COCHE
Jose conduce mientras escribe un whatsapp:

“¡Mejor imposible! Vas a
flipar cuando te lo cuente.
1abrazo, champion!”

Recibe respuesta al mensaje casi de inmediato:

“Tranqui, ya me lo
an contado todo…”

Jose lee el whatsapp sin entender.
Jose aparca frente al bar donde siempre se reúnen. Carlitos le está esperando allí, en la entrada. Y Pita está a su lado. Jose queda sorprendido al verles juntos. La chica salta sobre Jose y le abraza.
“¡Perdón, perdón por dejarte tirado! Es que… ¡Ha sido ver a Goku con la tía esa y…! Yo que sé, tronco… Yo que sé…”
Carlitos le espeta.
“A ver, Pita, que tú ya conoces a Goku. Ya sabes lo hay.”
“Sí, sí ya lo sé. Si la tonta soy yo…”
“Pues ya está. ¿Sabes lo que tienes que hacer? Coge el teléfono y dale caña. Que te explique todo de pé a pá.”
“Pues sí, pues sí, porque… porque… (solloza) La madre que lo parió…”
Se lleva el móvil a la oreja. Carlitos sigue caldeándola.
“No dejes que te toree, ¿eh? Firme. Firme.”
Pita asiente y habla al móvil.
“¡Tú! ¿¡Qué pasa contigo?! ¡¿Quién era la pelirroja esa con cara… con cara de guarra!? Es que encima discreto, vaya careto de guarrona que tenía la tía…”
Jose aprovecha para hablar con Carlitos sin que Pita les oiga.
“¿Y ésta? ¿A qué viene a verte?”
“Pues… no sé. Estaba mal y quería hablar con alguien.”
“Ya… ¿Y viene a hablar con su ex? ¿A hablarte del tío por el que le ha dejado tirado?”
“Joder, Jose, que la conozco de toda la vida.”
“Ya, ya… De repente sois los mejores amiguitos del mundo, ¿no?”
“A ver, tío, céntrate. ¿Aquí lo importante que es? Que el plan ha salido de puta madre, ¿no? Pues ya está.”
Vuelven a atender a la llamada de Pita. La chica dice al teléfono.
“…¡Perdona, perdona, cari! Si es que… es que te quiero un montón y… ¡Aich! ¡No puedo ser más burra! ¡Lo siento! ¡Muuuak! ¡Te quiero! ¡Te quiero muchísimo!”
Jose y Carlitos la miran boquiabiertos, totalmente descolocados. Pita se precipita a explicarles lo ocurrido.
“A ver, que resulta que la chica esa solo es una ex, ¿vale? Una ex que le debe un montón de pasta. Pero aún está enamorada de él, ¿entendéis? ¡Por eso no quiso besarme, porque la chica se habría enfadado y no le habría devuelto ni un euro! Y encima era una sorpresa que me iba a dar por mi cumpleaños ¡Que se viene a Berlín conmigo!”
Pita besa la cruz que lleva al cuello, dando gracias a Dios por su suerte.
“Si es que… Goku tiene sus cosas, pero en el fondo es un amor.”
“No, si ya se ve, ya…”
“Que me voy corriendo a verle, ¡que no me aguanto! ¡Nos vemos!”
Les lanza un beso con las dos manos y se marcha. Jose y Carlitos quedan mirándose el uno al otro. Incrédulos. Jose es el primero en decir algo:
“Pero... ¡Pero este tío es un hacha!”

CARRETERA
Un Mercedes circula por una cochambrosa carretera, rodeada de árboles y una caudalosa acequia. En el interior, un joven Goku de tres años de edad juega con sus muñecos de Vegeta y Son Goku en los asientos traseros del coche. Su padre conduce y su madre observa los árboles desde el asiento del copiloto.
Un pinchazo. El coche patina. El padre intenta mantener el control con un volantazo, el coche cae directo a la acequia. Boca a bajo.
La familia queda colgando por los cinturones de seguridad mientras el agua entra a raudales por las ventanillas. Están en shock, les cuesta reaccionar.
La madre grita pidiendo ayuda, el padre lucha por abrir la puerta. El ancho de la acequia es igual al del coche, la puerta choca contra el lateral de piedra dejando una abertura demasiado pequeña para escapar. Pero perfecta para que el agua inunde el vehículo.
La madre corre a la parte de atrás. Toma al pequeño Goku entre sus brazos mientras mira con ojos desorbitados a su alrededor, la impotencia la desquicia. El padre patea con todas sus fuerzas las bisagras de su puerta, para desencajarla del armazón, pero apenas logra abollarla un poco. El agua les llega al cuello. El padre arrebata al pequeño Goku de los brazos de su madre. Mete al niño por la leve ranura que ha dejado la puerta.
El padre empuja con fuerza, el niño se araña con el metal, con la piedra, chilla. Su cuerpo queda encajado entre la carrocería del coche y el lateral de la acequia. Pero es suficiente para que su cabecita asome por encima del agua y pueda respirar. Lanza una última mirada a sus padres, quienes le observan fijamente debajo del agua.
DORMITORIO CARLITOS.
Jose mira con ojos desorbitados a Carlitos, intenta asimilar lo que acaba de escuchar.
“Y por eso Carlitos vive ahora con su abuelo.”
“Hostia… ¡puta!”
Carlitos asiente mientras Jose suelta un largo silbido.
“Que fuerte, chaval… No me lo esperaba.”
Los dos quedan en silencio. Es Carlitos quien rompe el largo silencio.
“Oye, Jose, ¿puedo preguntarte algo?”
Jose aprovecha para mirar sus mensajes del móvil.
“Ajá…”
“Si no quieres no tienes que responder…”
Jose levanta la vista del móvil. Es evidente que aquello es serio.
“¿Por qué haces esto?”
Jose le mira sin entender.
“Es que… cuando puse el anuncio supuse que me respondería un yonki o algo así… y tú de pasta se ve que estás bien. Diez mil euros por joderle la vida a alguien… No es dinero.”
Jose queda claramente molesto, no se esperaba algo así.
“Oye, que aquí el colgado que puso el anuncio ese fuiste tú, ¿te enteras? Y si de verdad te parece barato pues da gracias y cierra la puta boquita, ¿vale? No vengas jodiendo encima.”
Carlitos levanta las manos, indicando que no se va a volver a meter donde no le llaman.
“Perdona, tío. Lo siento.”
Salen del cuarto. En la puerta del dormitorio de Carlitos hay un cartel:
Prohibida la entrada a maricones
y a homosexuales
Bajan unas escaleras que dan a la cocina. Una asistenta sudamericana y la madre de Carlitos ultiman los detalles de la cena mientras esta le dice:
“Siéntate ya a cenar si quieres, Teresa, que se te va a enfriar.”
“Gracias, señora.”
La mujer se sienta a comer en la cocina mientras su señora lleva los últimos platos al comedor. Jose y Carlitos pasan a su lado.
“Que aproveche.”
“Gracias.”
En el salón, la madre coloca platos en la mesa prestando especial atención a la presentación mientras el padre ve las noticias deportivas sentado en un sillón con una cerveza en la mano. Lleva la corbata aflojada y el cinturón desabrochado.
“Papá, este es Jose. Jose, este es Carlos, mi padre.”
“Encantado.”
“¿Qué tal, chaval?”
El padre de Carlitos da un fuerte apretón de manos a Jose y dos sonoros cachetazos en la cara sin apartar la vista del televisor.
“Carlos, la cena ya está.”
El padre de Carlitos coge el mueble con ruedas en el que está apoyado el televisor y lo acerca a la mesa del comedor.
“Carlitos, ¿las manos?”
“Mamá, no empieces…”
“No. Mamá no empieces, no. ¿Tú eres un niño o un mono?”
Carlitos hace un gesto de desesperación mientras se marcha al baño. Le oyen decir a lo lejos:
“¡Ojalá fuera un mono!”
La madre empieza a servir los platos.
“Jose, ¿te gustan las berenjenas rellenas?”
“¡Uh! Yo vivo en un piso de estudiantes, yo como de todo.”
“¡Ja, ja, ja!”
La madre le sirve un plato.
“Oye, Jose… te queríamos preguntar una cosa…”
La madre de Carlitos le lanza una sonrisa picarona. El padre continúa mirando la tele, ajeno a la conversación.
“…¿Cómo es Laurita?”
Jose la mira interrogante.
“¿Laurita?”
“Que ya nos lo ha contado, no pasa nada. Carlitos nos cuenta todo.”
Jose continúa sin entender.
“La novia de Carlitos, hombre.”
El joven queda mudo. Sin habla.
“Es que no hay forma de que nos traiga a la niña un día a comer a casa, ¡que somos sus padres, y vamos a ser los últimos en conocerla!”
Jose permanece pensativo.
“Laurita es… Muy mona. Muy resultona.”
“¿Ah, sí?”
“Sí, sí. Muy maja… ¡No sé que hace con Carlitos!”
“¡Ja, ja, ja!”
La madre ríe satisfecha.
Los cuatro cenan de forma amena. Jose y la madre conversan mientras Carlitos se centra en devorar su plato y el padre sigue mirando la televisión.
“Hijo, córtate un poquito, Jose va a pensar que no te damos de comer.”
Todos ríen. Jose simula una sonrisa amistosa mientras mira desconfiado a Carlitos.
Jose y Carlitos cogen sus chaquetas y abrigos del perchero.
“¡Mamáaaaa! ¡Que ahora venimos!”
“¡Espera, espera…!”
La madre se acerca a Carlitos y le comenta en voz baja:
“¿Vas a ver a Laura?”
“Que solo es una amiga, mamá. De verdad.”
“Anda, invítala algo.”
Jose ve como la madre da 20 euros a Carlitos y éste se lo agradece con un beso.

CALLE. NOCHE.
Jose conduce riendo a carcajadas. Carlitos también ríe mientras le habla.
“Bueno, y por su cumple me dieron 50 pavos. Y ahora por los reyes otros 50…”
“¡Ja, ja, ja! ¡Qué colgado estás!”
“Ya ves.”
Jose aparca el coche, apaga las luces.
“¿Pero como le haces eso a tus padres, tío? ¿Y qué va a pasar cuando cortes con ella? Porque no vas a estar con una novia imaginaria toda la vida…”
“¡No, no! ¡Si ya hemos roto un par de veces!”
“¿¡Qué dices!?”
“Sí, sí. Y la primera vez mi madre se pasó toda la noche conmigo, consolándome en plan ‘es que las mujeres son muy malas, hijo… tú solo puedes fiarte de tu madre.’”
“¡JA, JA, JA! ¡Que culebrón!”
Carlitos ve algo que le llama la atención, indica a Jose que guarde silencio con un gesto. Se escurren en sus asientos hasta quedar ocultos. Goku aparca su moto en la acera de enfrente, a pocos metros. Lleva de paquete a una chica de unos 30 años con la que se besa al bajar de la moto. Él le soba el culo mientras ella abre el portal entre risas. Jose y Carlitos esperan a que entren y se acercan a la moto de Goku. Van cargados de botellas de cocacola.
Carlitos coge un alfiler y agujerea la parte baja de varias botellas. Las colocan en el asiento, en el manillar, sobre el depósito… de forma que gotee cocacola por toda la moto.
Mientras vuelven al coche, Jose teclea en su móvil un número de teléfono. Se lleva el móvil a la oreja.
“(Pone voz de anciana) ¿Señor Collado? ¡Ay, ay! ¡Que susto más grande! ¡Ay, qué lástima, señor Collado!…”
Carlitos ríe entre dientes, conteniendo la risa.
“…¡Corra a su garaje, señor Collado, corra al garaje, por el amor de Dios!”
Cuelga. Los se descojonan de la risa.
Amanece. Goku sale del piso de la chica bostezando y con el pelo revuelo. Se despide con un beso y baja las escaleras.
Mira extrañado las botellas vacías de cocacola que hay sobre su moto, las aparta de un manotazo. La moto está cubierta de cola reseca. Goku intenta rasparla con la uña, pero no sale. Lo intenta con las llaves, tampoco funciona.
“¡Me cago en la…! ¡La puta que parió!”

Goku conduce la moto hasta su casa, se sorprende al ver frente a la puerta del garaje a su abuelo hablando con una pareja de policías. Goku salta de la moto, preocupado, corre hasta su abuelo.
“¡Abuelo, abuelo! ¿¡Estás bien!? ¿¡Estás bien, abuelo!?”
El anciano mira boquiabierto a Goku y a la moto. La pareja de policías también.
“¡Abuelo! ¿¡Qué ha pasado!? ¡Pero di algo, coño!”
El anciano coge a Goku de las solapas. Lo zarandea con furia.
Jose y Carlitos ven desde su coche como los policías forcejean con el abuelo para que suelte a su nieto. Chocan las manos mientras ríen victoriosos.

ASOCIACIÓN DE ENFERMOS DE VIH
Jose conversa con Julián, quien suelta una sonora carcajada:
“¿Pero cómo coño se va a contagiar alguien por usar un cortaúñas?”
“Pues… Yo que sé… ¿Y si…?”
“Que no, Jose, que no. Anda, relájate y disfruta. ¡Que hoy es día de culos!”
Jose no comprende el comentario, mira en la dirección al pasillo: un grupo de chicos jóvenes con una gran sonrisa y pequeños crucifijos colgando de su cuello entran en la sala. Los enfermos cuchichean mientras les echan un buen vistazo a los adolescentes y a sus culitos.
Y al frente de los voluntarios, como cabecilla del grupo, va Pita.
Un sudor frío baña la frente de Jose. Mira a su alrededor, no hay donde esconderse. La única salida de la sala de descanso se encuentra donde está Pita.
Los voluntarios se desperdigan por la sala y se acercan a los enfermos para hablar con ellos. Jose se aleja a toda prisa, al otro extremo de la sala. Finge echar un vistazo a la máquina de café.
Julián se acerca a Pita extendiendo los brazos.
“¡Cómo está la voluntaria más guapa!”
Jose ve como Pita habla con Julián, aprovecha para acercarse disimuladamente a la salida. Camina con pasos cortos, nerviosos, vigila a Pita con atención. Está a un paso de la salida.
“Perdone, ¿tiene cambio?”
Jose da un respingo. Se serena un poco antes de responder al joven voluntario con un gesto negativo. Intenta recuperar el aliento y controlar sus nervios. Vuelve su atención a Pita. La chica ya no está.
Jose mira en todas direcciones, pero no la localiza. Oye un ruido a su lado. Pita cierra la puerta de la salida frente a las narices de Jose. La chica queda atónita al verle.
“¿Jose? Qué… ¿Qué haces tú aquí?”
Éste palidece, no sabe que hacer. Una sonrisa nerviosa se dibuja en su rostro mientras intenta ganar tiempo para pensar.
“Y-yo… yo… también soy voluntario.”
La chica continúa extrañada.
“Pues nunca te he visto por aquí.”
“Ya… sí… es que voy a varios centros, ¿sabes? Antes iba al de Plaza Castilla, también al de San Blas. Pero me gusta más la gente de aquí.”
“Ya, claro...”
La chica señala a una pareja de gays.
“Entonces conocerás Jaime y a Víctor, ¿verdad?”
“Sí, sí. Están siempre por aquí. ¿Sabes que como  Jaime no quiere contagiar a Víctor llevan cuatro años sin follar?”
“Joder… eso no lo sabía.”
“Además, deja que Víctor se acueste con otros tíos. Bueno, y una vez hasta uno de los amantes se fue a vivir con con ellos y todo.”
La chica escucha las palabras de Jose boquiabierta.
“Madre mía... No tenía ni idea. Y... ¿Y de aquel rubito de allí sabes algo?”
“¿Quién, Daniel?”
“Es que nunca quiere hablar con nosotros.”
“Bueno, no me extraña... Es que era enfermero, ¿sabes? y se infectó porque un yonki se cortó las venas delante de él y la sangre le salpicó en un ojo y…”
Un grupo de enfermos pasa delante de ellos.
“Hasta mañana, Jose.”
“Hasta mañana, Esteban. Y se pasó meses con la sangre en el ojo. Sin infectarse. ¡Pero que hasta dio negativo en las pruebas! Y un día…”
Pita escucha con expectación lo que Jose le cuenta.

PISO JOSE
Jose está chateando con Carlitos a través de Facebook, tirado en el sofá de su casa. Hablan sobre las siguientes putadas que le van a hacer a Goku. Entonces en el ordenador de Jose aparece un mensaje de chat procedente de Pita.
“Toc, toc!”
Jose queda sorprendido. Escribe a Carlitos:
“Hostia, tú. Que ésta me está hablando!”
“Qué dices! Dile algo, coño!”
“¿Y qué le digo?”
“Tírale la caña, hombre. Síguele el rollo.”
     Jose permanece pensativo y confuso unos segundos antes de responderle a su “Toc, toc”:
“Enseña la patita por debajo de la puerta :P”
“jaja! soplaré, soplaré, y tu casa derribaré, mamarracho.”
“No merece la pena el esfuerzo, aquí solo hay un cerdito ;D”
“jaja! los cerditos están bien, pero me gustan más los cuentistas XD ¿Y a ti?”
“También me gustan los cerditos, pero prefiero las princesas.”
     Jose se va emocionando a medida que avanza la conversación y ve que Pita está coqueteando con él. Mientras espera la respuesta de Pita, una segunda ventana de chat se le abre.
“Hola, guapo.”
     Jose queda extrañado. Abre la foto de la chica que le habla. Se queda con la boca abierta, es despampanante. Jose le responde.
“Además guapa tienes buen gusto ;D.”
“Jaja! Estabas mirando mis fotos?”
“Claro, ¿se supone que no podía mirar?”
“Te equivocas. Lo q no puedes es dejar de mirar XP”
     Jose sonríe orgulloso, con la autoestima por las nubes. La chica continúa.
“¿Y este chico guapo tiene alguna chica guapa esperándole?”
“Claro que no, me estaba reservando
para una princesa como tú ;D ”
     Un grito descomunal suena desde su dormitorio.
     “¡¡¡HIJO DE PUTAAAAAAA!!!”
     Jessi sale de la habitación roja de furia, le planta su móvil en la cara a Jose, con la conversación que ha mantenido con la chica voluptuosa.
     “¿¡Qué mierda es esta, Jose?! ¡¿Qué puta mierda es esta?!”
     Jose queda completamente en blanco.
     “N-no es lo que tu piensas… te lo juro. No es lo que tu piensas.”
     “¡Pues yo pienso que intentabas comerle el coño a la tía esta!”
     Jose no encuentra las palabras, no sabe que decir.
     “¡ERES UN HIJO DE PUTA, JOSE! ¡ERES UN HIJO DE PUTA!”
     Jose corre tras ella, antes de que se encierre en el dormitorio.
     “Jésica, Jésica. Te lo juro, solo estaba tonteando. Es una gilipollez. Solo…”
     Ella intenta cerrar la puerta, Jose la detiene.
     “Vale, vale. Oye, mira... es que llevo contigo toda la vida, solo quería saber que opinaría de mí otra chica. Te lo juro.”
     “¡Pues esta chica piensa que eres un mierda! ¡Y esa es la única opinión que debería importarte!”
     “¡Jésica! ¡Jésica!”
     Ella intenta irse del piso, pero Jose le sorprende arrodillándose ante ella y abrazándose a sus piernas. Tiene los ojos llenos de lágrimas.
     “Escúchame, por favor. Soy torpe, tonto y tirillas, y… Y lo único que me hace no perder la cabeza es que alguien tan increíble como tú quiera estar conmigo.”
     Jessica siente lástima por Jose, le conmueve su actitud y sus palabras. Jose hunde el rostro en el vientre de ella, comienza a llorar.
“Jessica… eres lo único bueno que he tenido en toda mi vida. Yo... yo n-no sé vivir sin ti. Por favor, no te vayas… Por favor…”
A Jessica también se le humedecen los ojos. Pasa una mano por los cabellos de Jose.
“Hijo de puta…”

BAR
Gus y Pikachu hablan en la mesa del bar, bebiendo un botellín de cerveza. Goku pasa al lado, golpea la boquilla del botellín de Gus con el culo de su cerveza, para hacer el vacío. Empieza a salir espuma del botellín de Gus a borbotones. Cuando éste se da cuenta, la mitad de su cerveza ya está por la mesa.
“Joder… Joder…”
Coge unas servilletas mientras grita a Goku.
“¿¡Y esto quien me lo paga, gracioso?!”
Goku le da la espalda con una risa socarrona mientras le enseña su dedo corazón. Gus se enfurece aún más. Jose aprovecha para acercarse a él y a Pikachu y les dice.
“¡Ps! Chavales, ¿sabéis que pide Goku cuando llama al Telepizza?”
Los dos chicos se encogen de hombros, sin entender.
“Pues una… ‘familiar’”.
Pikachu tarda en entender el comentario, pero Gus estalla en carcajadas. A la chica le cambia el rostro cuando entiende la broma, riñe a Jose.
“Tío, no tiene ninguna gracia, ¿vale? No es para reírse. Joder, Gus deja de reí…”
Pero se le contagian las carcajadas de Gus y Jose.
“¡Que no me hagáis reír, cabrones! ¡Que es muy cruel!”
Los tres ríen al unísono.
Carlitos escribe un anuncio en internet, en la sección ‘Chico busca chico’:
Tengo 25 centímetros de amor y ganas de comer culos. Mi número de móvil es…

El móvil de Goku suena mientras está en un botellón, junto a Pita. Lee el whatsapp con cara de asco y la chica le pregunta.
“¿Quién es?”
“Nada, nada. Vodafone.”
Ella le mira desconfiada mientras él guarda el teléfono. Al instante vuelve a sonarle el móvil. Pita le dice enfadada.
“¡Qué cariñosos están hoy los de Vodafone, ¿no?!”
El resto del grupo ve desde lejos como discuten. Jose dice a sus compañeros en voz baja:
“¿Y sabéis que pide Goku cuando va de putas?”
“Joder…”
“A ver con que sale ahora…”
“Pues pide una… ‘mamaíta’”
Estallan en carcajadas. Pita mira extrañada como ríen mientras señalan a Goku a sus espaldas. Goku empieza a recoger sus cosas, alterado. Pita le grita.
“¡¿Te vas!?”
“¿Qué pasa, te tengo que pedir permiso para irme a mi puta casa? ¡Me tienes la cabeza frita, ¿te enteras?!”
“¡Pues nada, pírate! ¡Al carajo, niñato!”
“¡Pues claro que me voy!”
“¡Y recuerdos a Vodafone!”
Goku se detiene.
“¡Tú no quieres enterarte que estoy castigado, ¿no?!”
“Que sí, que sí. Que no me cuentes tu vida.”
“¡Que la he liado muy gorda, Pita, joder! ¿Qué quieres que haga?”

Goku entra en su casa, cierra la puerta de la calle de un portazo. Sube las escaleras sin saludar a su abuelo. El anciano le detiene:
“¡Eh, eh! ¡Tú! ¿dónde te crees que vas?”
“¿¡Pues a dónde quieres que vaya si me has castigado!?”
“Sí, a tirarte toda la noche con la maquinita. Pobrecito. Ven aquí, anda.”
Goku está en su garaje, frente a la moto llena de cola reseca. Su abuelo deja junto a él un cubo con agua, jabón y un estropajo.
“A ver, abuelo, que ya te he dicho que la mierda ésta no sale. Que no se va, que no.”
“Pues de aquí no te mueves hasta que yo vea la moto mejor que como estaba. Y ya estás tardando.”
Goku moja el estropajo en el cubo mientras suelta todos las palabrotas que existen. Lo frota contra la moto con fuerza.

CALLE. NOCHE.
Los cuatro chicos del grupo pasean mientras charlan y ríen. Todos menos Goku, que camina apartado y malhumorado. Se dedica a volcar los contenedores que encuentra. Al final de la calle, un travesti de espaldas anchas mea en una pared con la falda remangada hasta la cintura. Goku le grita:
“¡Señorita, señorita! ¡Buena tranca, enhorabuena!”
Carlitos y Gus sueltan una carcajada, pero Jose no ríe. La situación le da mala espina. El travesti le responde.
“¿Te gusta? ¿Quieres verla de cerca?”
“No, déjelo, señorita. Seguro que le huele a mierda.”
“Sí. ¡A la del culo de tu padre, bonito!”
Goku enrojece de furia mientras sus amigos ríen el comentario del travesti.
“¡Que te follen, maricón!”
“¡Dios te oiga!”
Carlitos y Gus vuelven a reír. Goku mira al travesti encolerizado, aprieta el puño dentro del bolsillo de su chaqueta. Jose asiste a la escena preocupado.
“¡Ya te gustaría haberle comido la polla a mi padre, maricona de mierda!”
“No, gracias… No me gustan las tapitas.”
Las risas aumentan. Goku está fuera de sí, saca la mano del bolsillo. Empuña la navaja.
Las risas cesan, todos quedan en silencio. Goku se encara con el travesti.
“Venga, ¿ya no hay más chistes? ¿Ya no eres tan gracioso, eh?”

El travesti suelta una carcajada, le mira con sorna.

“¿Qué? ¿Me vas a pinchar con esa cuchara? ¡JA, JA, JA!”

Todos quedan confundidos con la actitud del travesti. Éste se sube la falda hasta el pecho. Tiene el vientre lleno de grandes cicatrices de navajazos.

“¡Adelante, valiente, busca un hueco! ¡Busca, busca!”

Goku queda tan impresionado por las heridas que baja la guardia. El travesti aprovecha la situación, le pega un bofetón brutal. Lo tira al suelo. La navaja se le escurre a Goku, acaba en la otra punta de la calle.

Gus, Carlitos y Jose huyen despavoridos, dejan a Goku solo con el travesti. Éste atrapa con sus manazas la cara de Goku, el chico se ve indefenso.

 “¡QUÉ! ¡¿ME QUERÍAS ACOJONAR, MACHOTE?! ¡¿ME QUERÍAS ACOJONAR?!”

“L-lo s-siento, lo s-sient-to mucho, lo sien-nto, de verdad, l-lo sient-to…”

 “¡MI POLLA PINCHA MÁS QUE ESA MIERDA! ¡MI POLLA PINCHA MÁS QUE ESA MIERDA!”

“L-lo s-siento, de verdad, lo s-sient-to, lo sien-nto un montón…”

El travesti le mira con asco. Lo suelta. Goku da un salto e intenta recuperar la navaja. El travesti es más rápido, le clava el tacón en la mano. Goku grita. La mano queda aprisionada. El travesti aprieta el tacón con más fuerza, lo retuerce. Goku grita, lloriquea. Mira al suelo muerto de miedo, con la mano atrapada bajo el tacón del travesti.

“¡¿TE VAS A PONER CHULO, NIÑATO!? ¡¿TE VAS PONER CHULO?!”

Goku no se mueve, continúa llorando.

“L-lo s-siento, lo s-sient-to, por favor, lo sien-nto, l-lo sient-to…”

El travesti le suelta. Patea la navaja y se la pone delante. Pero Goku no la coge. Permanece congelado. Tiritando de miedo.

El travesti vuelve a reírse de él. Sus tacones resuenan con fuerza por toda la calle mientras se marcha con paso tranquilo. Goku queda tirado en el suelo, gimoteando. Se sujeta la mano herida con impotencia.

Sus amigos regresan. Ven que Goku tiene los ojos rojos y húmedos. Este no es capaz ni de mirarles, nadie sabe que decir. Jose es el primero en romper el silencio.
“Goku, tío… ese maricón te acaba de dar una paliza.”
A Carlitos y a Gus se les escapa una risa, luchan por contener la carcajada. Goku les mira con los ojos abiertos de par en par.
“¡¿QUÉEEEE?!”
Carlitos pone voz de cachorrito desvalido.
L-lo s-siento, l-lo s-siento t-tanto…”
Jose le sigue el juego.
Siento no tener  huevos, señor travesti.”
“¡Ja, ja!”
Gus también pone la voz de cachorrito.
Siento que su polla se haya clavado en mi culo, señor travesti.
Más carcajadas. Goku explota mientras se sujeta la mano ensangrentada.
“¡No tiene ni puta gracia! ¡Que os calléis!”
Siento ser más marica que usted, señor travesti.
Siento haberme hecho caquita en su pene, señor travesti.
“¡QUE OS FOLLEN! ¡QUE OS FOLLEN A TODOS, HOSTIA! ¡ME CAGO EN LA PUTA!”
Goku se larga dándole patadas a todo lo que encuentra.
“¡Goku, tío! ¡Que era coña!”
Lo sentimos…”
“¡Ja, ja!”
Lo s-s-sentimos t-t-tanto…”
“¡JA, JA, JA!”

CASA ABUELO DE GOKU
Goku llega a su casa llorando. Cruza el salón a toda velocidad, sin ni siquiera saludar a su abuelo. Este deja de mirar el televisor y le llama:
“¿Arturo? Arturo.”
Goku no le responde, sube las escaleras tan rápido como puede.
“Arturo, ¿estás bien, Arturo?”
“Por favor, déjame en paz, abuelo. He tenido una noche de mierda.”
“¿Eso… Eso es sangre…?”
Ambos se sorprenden al oír el timbre de la entrada. Goku observa desde lo alto de las escaleras mientras su abuelo abre la puerta. El chico queda estupefacto al ver a Jose en la entrada de su casa. Este saluda al desconcertado abuelo de Goku.
“Buenas noches.”
“B-buenas noches.”
Goku baja las escaleras y se acerca a ellos manteniendo cierta distancia. No entiende lo que ocurre. Jose habla nervioso, le tiembla la voz.
“Disculpe, espero no molestar, pero… bueno, su hijo, o su nieto, no lo sé, me… me ha amenazado en un bar esta noche. Me ha amenazado con una navaja. Delante de mi novia.”
Tanto el abuelo como el nieto quedan atónitos ante este comentario. Pero por motivos diferentes. Goku se lanza sobre Jose.
“¡¿PERO QUE MIERDA ESTÁS DICIENDO, CABRÓN DE MIERDA?!”
“¡ARTURO! ¡CÁLLATE AHORA MISMO, POR FAVOR TE LO PIDO!”
Goku obedece de mala gana, pero observa a Jose con los ojos inyectados en sangre. El abuelo pide a Jose que continúe con un gesto.
“Mire, no voy a presentar ninguna denuncia, pero entenderá que la situación fue… muy violenta. Yo también he tenido quince años, y he hecho mis gilipolleces, pero no me dejaban ir por ahí con una navaja.”
El abuelo asiente a las palabras de Jose. Le estrecha la mano con firmeza.
“Le agradezco que haya venido y que sea tan comprensivo. Le aseguro que esto no quedará así.”
“Es lo único que quería. Muchas gracias.”
El abuelo cierra la puerta, Jose se aleja de la casa. Al llegar a una distancia prudencial se lleva una mano al pecho y suspira aliviado. Carlitos sale de detrás de unos coches.
“¡Eres un puto crack!”
Levanta a Jose del suelo con un fuerte abrazo.
“¡UUUUUUHHHHHEEEEEEE!”



Fin Capítulo 6


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