miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL LECHO NUPCIAL

El lecho nupcial


Adaptación del relato de
Horacio Quiroga



1. FACHADA IGLESIA. DÍA.
Una pareja de recién casados sale de la Iglesia. La gente les tira arroz hasta que consiguen llegar al coche de caballos que les espera.
Los novios se despiden de los invitados mientras se alejan.

2. CARRILES. ATARDECER.
El coche de caballos recorre los carriles de las afueras del pueblo. El marido fuma su pipa mientras observa el paisaje. Sus más de cuarenta años contrastan con la juventud de ella, que apenas llega a los veinte. Es una chica rolliza, voluptuosa. Lleva la cabeza apoyada con ternura en el hombro de su marido.
La chica ve algo que le hace soltar una expresión de asombro:
“¡Oooh!”
Cruzan la entrada de una opulenta mansión, con una gran fuente y sinuosos jardines que se extienden hasta donde alcanza la vista.
La chica queda intimidada. Dice a su marido con voz preocupada:
“J-Jordan…”
Él la escucha con atención mientras da una calada.
“Quería… Quería pedirte perdón. P-por si no se me da demasiado bien… Bueno… Lo de esta noche.”
El marido sonríe lozano.
“¡Ja, ja! Tranquila, todo irá bien.”
“Es que… No aguanto bien el dolor, y mi madre…”
Jordan le besa las manos.
“Confía en mí.”
La chica, aliviada, le devuelve la sonrisa.

3. DORMITORIO. DÍA.
La chica permanece recostada en la cama, con aspecto febril. El médico le abre la boca con un palito mientras ella dice:
“Aaah…”
El doctor habla a la pareja con semblante serio.
“Mi diagnóstico…”
Y añade con una gran sonrisa:
“¡Una noche de bodas demasiado movidita! ¡Ja, ja, ja!”
El médico comienza a guardar su instrumental en el maletín.
“La próxima vez contrólate un poco, semental.”
Jordan continúa preocupado.
“¿Seguro que no es grave? ¿Seguro?”
“Son los nervios de la boda. Que se tome la medicación y que descanse mucho.”
La joven dice al doctor con una sonrisa llena de ilusión.
“¿D-doctor? ¿Y no puede ser que… que esté embarazada?”
El doctor la mira con una sonrisa fraternal.
“Pero que ricura de cría. Volveré en unos días. Cuídemela bien.”

4. JARDÍN. DÍA.
Alicia descansa sentada en un butacón del patio. Continúa débil. Jordan le acerca un plato con fruta que acaba de pelarle.
La chica devora la fruta con ansia. Jordan queda impresionado por su apetito. Ella dice ruborizada.
“D-disculpa…”
“No, no. Me alegra verte con tan buen apetito.”
5. COMEDOR MANSIÓN. NOCHE.
Jordan mira a su esposa boquiabierto. La chica acaba sus platos con voracidad. Pregunta a la sirvienta con la boca llena.
“¿Puedo repetif, pof favof?”
La sirvienta asiente con una leve reverencia. Jordan coge a su esposa de la mano.
“Alicia, ahora que estás recuperada… ¿qué te parece si la semana que viene hacemos nuestro viaje de novios? ¿Te gustaría?”
El rostro de la chica se inunda de felicidad. Asiente a las palabras de su marido mientras le aprieta la mano con entusiasmo.
6.NOCHE.
Jordan estornuda, se despierta con su propio ruido. Ve que está completamente destapado.
“Alicia, te has quedado toda la manta…”
La joven no reacciona a sus palabras. Permanece en silencio.
“¿Alicia…?”
El hombre retira las sábanas del rostro de la chica. Está pálida, temblando. El hombre le pone una mano en la frente. Queda asustado.
“Mi vida, ¿estás bien…? ¡Mi vida!”
7. DÍA.
El médico queda completamente atónito al volver a reconocerla. La chica ha empeorado mucho, apenas tiene fuerzas ni para hablar, su rostro se ha vuelto macilento.
El doctor lleva al marido a un lado, visiblemente alarmado. Se seca la frente con un pañuelo.
“¿H-ha tomado la medicación?”
“Se la di yo mismo.”
“¿Y… y ha guardado reposo absoluto?”
“Bueno, anoche se encontraba mejor y bajó a…”
“¡Absoluto significa AB-SO-LU-TO!”
El marido queda chocado por la actitud del médico, asiente a sus órdenes en silencio. El médico dice mientras se remanga:
“Por favor, dígale a sus sirvientes que me preparen la habitación de invitados.”
8. NOCHE.
El médico coloca sanguijuelas en el inconsciente cuerpo de Alicia ante el preocupado Jordan.
9. NOCHE.
El médico practica una transfusión de sangre a la chica de Jordan.
10. NOCHE.
Jordán usa una palangana para lavar a la chica. El médico la sujeta para que pueda mantenerse incorporada.
La joven solo lleva puesto un pequeño camisón que deja al descubierto sus extremidades. El cuerpo de la chica se encuentra monstruosamente marchito. Cadavérico.
“M-mamá… Mamá…”
Sus pechos y sus curvas han desaparecido, sus miembros apenas tienen el grosor de sus huesos.
“Mamá… Mamá…”
Jordán entrega el trapo usado al médico, éste le entrega uno limpio y lava el sucio en la palangana.

11. DORMITORIO. DÍA.
La chica ha perdido todo su color, sus pómulos rosados se han convertido en un esquelético y gris semblante. Su rostro se ha consumido hasta tal punto que es todo ojos.
El médico le acaricia el cabello. Un enorme mechón queda entre sus dedos.
“¿Ve, doctor? ¡Se le cae a puñados! ¿Qué puede ser?”
El médico permanece en silencio.
“¿Doctor?”
Una lágrima cae en las sábanas. Jordan ve estupefacto como el doctor se arrodilla ante la cama y toma la mano de la mujer.
“Lo siento… N-no sé que más hacer… Lo siento. Lo siento…”
El doctor llora junto al cuerpo moribundo de Alicia. El marido aprieta los dientes con rabia. Agarra al médico del cuello.
“¡FUERA DE MI CASA!”
Jordán lo arrastra por el cuarto
“Lo siento, l-lo sien…”
Lo arroja fuera del dormitorio. La asistenta corre detrás del médico.
“¡FUERA DE MI CASA, MATASANOS!”

12. DORMITORIO. NOCHE.
Jordan está hundido. Oculta su rostro tras sus manos. Su aspecto es casi tan lamentable como el de su esposa.
Los ojos de la joven están fríos. Muertos. Cubren su rostro con una sábana.
Uno de los sirvientes se acerca a Jordan.
“Disculpe, señor. ¿Le parece bien que llevemos a cabo los preparativos para el velatorio?”
Éste le responde con gesto desganado, para indicarle que le es indiferente.
El mayordomo y otro ayudante usan la sábana bajera a modo de camilla, trasladan el cuerpo fuera de la habitación.
La asistenta se acerca a la cama con sábanas limpias. Toma el almohadón. Se sorprende al notar que apenas puede levantarlo, tiene que sujetarlo con fuerza.
“¡AAAH!”
Suelta el almohadón con un grito y éste cae pesadamente sobre el piso. Su señor observa extrañado, se acerca a la sirvienta.
Ésta se acaricia una de sus manos mientras solloza.
“A-algo me ha picado…”
Jordan escudriña la zona dolorida. La mano está intacta, no hay marca de ningún tipo.
Lanza un vistazo al almohadón mientras coge un abrecartas del escritorio. Pero duda antes de acercarse. Tiene miedo. Entrega el abrecartas a su sirvienta.
“Abre el almohadón.”
La sirvienta se pone pálida, niega con la cabeza.
“No… No…”
El señor le obliga a coger el abrecartas. La arrastra hasta el almohadón.
“¡NO! ¡NO! ¡SE LO SUPLICO! ¡SE LO SUPLICO!”
Su señor la arrodilla por la fuerza. Acerca el rostro de la chica almohadón.
Los sollozos de la sirvienta llenan la sala. Alza una mano temblorosa armada con el abrecartas.
Da un tajo a la almohada.
Retrocede de un salto, se refugia a los pies de su señor. Ambos permanecen expectantes.
La hendidura del almohadón empieza a moverse. Unas largas, afiladas y velludas patas de insecto se asoman a través de la abertura. Se agitan con pesadez en el aire.
“D-Dios…”
Unos sonidos guturales y estridentes emergen del interior del almohadón.
“¿Q-qué… qué es esa cosa…?”
Las patas quedan rígidas. Y los sonidos desaparecen. Las patas caen inertes a los lados de la abertura.
El señor da un paso adelante, para analizarla con más exactitud.
“E-está muerta…”
El hombre no puede apartar los ojos de la criatura.
“Creo… creo que ha reventado.”



FIN


Basado en el relato
“El almohadón de plumas”

De Horacio Quiroga

No hay comentarios:

Publicar un comentario