lunes, 18 de julio de 2011

Espárrago Rock

1

El “Espárrago Rock” es un festival de música perfecto para acampar, pasar un buen fin de semana con los amigos y cogerse unas cogorzas de campeonato. Una chica de mi grupo tenía que ir al baño, que era como llamaban al bosque más cercano. Le pedimos que aprovechara el viaje para pedir una bolsa de hielo a algún otro grupo. Ella está buenísima, así que siempre se encargaba de esas cosas, si pedía un vaso de plástico volvía cargada de patatas, coca-cola, ron...

La vimos dirigirse a un grupo chicos, esforzándose por caminar en línea recta. Se quedaron con la boca abierta al ver a aquel ángel sentándose junto a ellos. La mitad del grupo le babeaba la oreja, la otra mitad se mataban por darle la bolsa de hielo. Mientras charlaba con ellos tranquilamente mi amiga se bajó los pantalones, se bajó las bragas, se puso de cuclillas y empezó a cargar. Seguía hablando, sonriendo y gesticulando mientras se limpiaba el culo con unos clínex. Cogió la bolsa de hielo, dio las gracias y les dejó la montaña de mierda y de papeles en medio del campamento.

Y no era la más borracha de nuestro grupo...

2

El novio de otra de las chicas también fue al “baño” y tardaba en volver, estábamos preocupados. Uno de los chicos del grupo vecino vino a vernos.
- Oye ¿ese tío es tu colega?
El novio de mi amiga estaba con ellos, fumando petas, bebiendo y charlando. Yo asentí.
- Por el amor de Dios ¡Llévatelo, tío!
Me acerqué a él, el chaval estaba soltando un discurso desde hace horas mientras se trincaba todas sus bebidas. Menuda paciencia tenían aquellos chicos... El novio de mi amiga se alegró tanto de verme que me dio un gran abrazo. Yo señalé nuestro grupo y le dije.
- Vente con tus colegas, tío, te echamos de menos.
Entonces el chico miró nuestro grupo, después el grupo en el que estaba sentado. La información tardó un buen rato en llegar a su cerebro.
- ¡Ostia! ¿Pero quién coño son estos tíos?

3

Era tarde, nos fuimos a dormir. Mi amiga me despertó en mitad de la noche, su novio había vuelto a desaparecer, no lo encontraba por ninguna parte. Yo bostecé.
- ¿Has mirado en el “baño”?
Nos separamos para buscar mejor por el bosque. A los pocos minutos la escuché gritar, insultar, chillar. El novio estaba con los pantalones bajados, de cuclillas. Y dormido. Se había quedado dormido mientras cagaba.
- ¡GUARRO! ¡CERDO! ¡ASQUEROSO! ¡MAMARRACHO!
Lo cogimos por debajo de los hombros para llevarlo a la cama. Se despertó.
- Hmm... n-n-ena... cari... para...
- ¡HIJO PUTA! ¡MIERDOSO! ¡SUBNORMAL!
- Cari... todavía...  todavía no me he limpiado...
Debía haber cuatro o cinco minutos desde aquel lugar hasta nuestro campamento. Hice el recorrido en menos de tres segundos.

El final de la historia me lo contó mi amiga en el desayuno, al día siguiente. Tiró a su novio sobre un tronco con el culo en pompa. El tío estaba tan borracho que no había llevado ni papel. Ella cogió puñados de hojas secas y con ellas le limpió el culo. Mi amiga le gritaba e insultaba. Cada vez que él empezaba a roncar ella cogía un palo y le pegaba. Él se despertaba, volvía a gritarle, cogía otro puñado de hojas secas y volvía a dormirse.

3

Mientras desayunábamos mi amiga me confesó que no era la primera vez que su novio le hacía algo así:
- Pues habíamos salido dos o tres veces ¿sabes? y coge y me invita a pasar un fin de semana solos en un hotel. Yo pienso, mira el flipao éste, pero si él quiere dejarse la pasta...
- Ya ves, pues de puta madre.
- Y los dos allí todo el día día bim-bam, bim-bam, toma, toma. Y el último día estamos abrazaditos en la bañera, con velas, en plan mimoso, y de repente que noto algo en la espalda. Algo caliente. Miro el agua... ¡y está amarilla, tío!
- ¡Venga ya!
- ¡Yo flipando, claro! Pienso lo normal, pobre que se le ha escapado un chorrito, que vergüenza estará pasando que apenas nos conocemos ¿sabes? Y le miro. Y el muy gilipollas, porque no tiene otro nombre, con una sonrisa de oreja a oreja y mirándome en plan “¡qué cachondo soy!” Y, claro ¿qué le digo? Pues me levanto y, qué le voy a decir: “¡SUBNORMAAAAAL!”
- ¡Jaja!
- Y le tiro a la cabeza todo lo que pillo. Pero solo hay esos botecitos de champú de mierda, que parece que los dueños de los hoteles sean gnomos, y como no le duele, más que me cabreo, claro. Y me dice, atención: “Perdona, cari. No pensé que te ibas a enfadar tanto” ¡TAN-TO! Bueno... cojo la toalla. La meto en bañera llena de meao...
- Ay, Dios mío. No me lo creo...
- ...le correteo por la habitación dándole toallazos como una loca. Y cuando se me pasa el cabreo y miro la habitación... Bueno... las paredes llenas de meao. La moqueta. Las sábanas. ¡Yo estaba llena de meao!
- Joder, como se te va la olla...
- Espera, que él está en un rincón de la habitación, lleno de moratones, hecho una bolita. Le tiro lo que queda de toalla y le digo: “Cuando vuelva quiero la habitación más limpia que cuando llegamos al hotel”. Y le dejé allí solo. Con su meao. Que se joda.
Chocamos las manos en señal de victoria. Su novio salió de la tienda de campaña de un salto con una gran sonrisa.
- ¡Que pasa, chavales! Macho, esto de dormir al aire libre es la ostia, descansas como un bendito.





FIN


No hay comentarios:

Publicar un comentario